"Amargura y euforia"

Le preguntamos al psiquiatra Vicente Mira, cuando empieza la manifestación, qué siente una multitud cuando sale a la calle. "Una cierta euforia estimulante. Y amargura. Aunque aquí la amargura verdadera la van a sentir otros, los que no han querido venir". Imposible recoger opiniones, entre la gente de la cultura que está presente, que no incluya una reflexión parecida ante la ausencia del PP.

Una manifestación "deja en la gente un sentimiento solidario. ¡Debería haber manifestaciones todos los días! ¡Hasta que acabe el terror!". Mario Gas, director del Teatro Español, la ve como "una iniciativa coherente, aglutinadora, ¡lo que pide el tiempo!". Se siente "perplejo, viendo cómo se usan unas cosas para enmascarar otras". Una palabra teatral, esperpento, se usa para definir los vaivenes políticos de estos días. "Era una teoría de Valle Inclán para definir lo grotesco. Y vale, es un buen diagnóstico de lo que pasa".

Elías Querejeta, productor de cine: "El entorno de los violentos está cada vez más en contra de los que piensan que están legitimados para matar al otro. Cada vez son menos los que piensan eso". José Sacristán, actor: "Siento un profundo amargor de boca. Cólera, ira profunda, amargura ante la actitud de la derecha troglodita. ¡Y esos señoritos de la ETA, metidos entre percebes, incienso y dinamita! ¡Que se llamen abertzales, pero que no se llamen de izquierdas!".

El premio Nobel José Saramago: "He venido con una sola idea: la paz en Euskadi. ¿Y mañana? A lo mejor me llaman loco, pero diré que a lo mejor de esto sale un ganador: Rodríguez Zapatero. El PP se ha hundido en el lodo, los ciudadanos no pueden quedar indiferentes ante lo que ha hecho la derecha en estos últimos meses. Quien está muerto es ETA, lo que pasa es que aún no sabe cuándo estará enterrada".

Juan Diego, actor, siente "desconcierto" ante lo que ocurre y ante los que no están; su colega Federico Luppi: "Triste, cabreado, ante las groserías y los escamoteos. ¡Que haya habido tantas manifestaciones sin muertos y que ahora que hay muertos haya quienes no han querido estar!".

Rosa Regás, directora de la Biblioteca Nacional, está afónica, nos habla al oído, no podrá leer el manifiesto: "El lema es tan aceptable. Sorprende, duele que haya personas a las que no les haya gustado hasta el punto de ausentarse. Tenemos el derecho de no perder la esperanza, y ese derecho nos lleva a secundar lo que cualquier Gobierno decida para acabar con la violencia".

José Luis Fajardo, pintor: "Una concentración así te devuelve la fe en el ser humano". Josep Maria Flotats, actor: "Somos un pueblo harto de violencia, una ciudadanía generosa, unida contra el terror. Una sociedad civilizada contra el salvajismo". Sancho Gracia, actor: "Desolado". Elena Benarroch, modista: "Ganas de salir a la calle, a decir lo que pone la pancarta".

En la primera fila, Loles León, actriz: "Apretujados, tristes, esperanzados. Con paciencia ganaremos los demócratas. ETA no entiende. Son asesinos". Su colega Bibiana Fernández: "Esperanzada. Con la obligación moral de unirnos. Y que la unión sirva".

José Ramón Rekalde, intelectual vasco que sufrió un grave atentado, sostiene la pancarta: "Aquí estoy, cumpliendo mi deber, como toda mi puñetera vida. Seguiremos, y debemos estar algunos meses sin hablar, esperando. La voluntad tiene que ir al mismo tiempo que la razón. Hay que apostar por lo que uno quiere y querer lo que uno apueste". Cayetana Guillén, actriz: "Apabullada. Con un nudo en el estómago y en la garganta". Caballero Bonald, escritor: "Cada vez más gente solidaria". Esperanza Roy, Adriana Ozores, actrices: "Contra el terrorismo carpetovetónico, ¡tan antiguo!"; "con la urgencia de estar aquí, y con el deseo de que los partidos se junten!".

Fernando Trueba, cineasta: "Lamentable que no esté aquí todo el mundo. Cualquier argumento para no estar es una ofensa".