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Columna
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Saturada

Temblad, valencianas y valencianos: se aproxima a todo meter otro megaevento de carácter mundial que nos puede costar no digo el tipo, que me dirían exagerada, pero sí parte de él. Como mínimo, los tímpanos y el consabido ojo de la cara. Si deberes ineludibles os llevan a desafiar el colapso que va a producirse en las cercanías de El Parotet, veréis cuán gráciles se yerguen torres de mecanotubo y otros aditamentos paisajísticos que servirán el lunes a la exhibición de Fórmula 1. Hito deportivo/publicitario protagonizado por Fernando Alonso y McLaren y que, por supuesto, irá acompañado de un sarao tipo y despliegue de canapés en L'Hemisfèric, para que la escudería (bajo el nombre de una conocida marca de coches de lujo) agasaje a 1.000 invitados. O sea, que Alameda, puente de Monteolivete y hasta el Centro Comercial, se transmutarán en un circuito urbano de altísima velocidad, al que si fuéramos verdaderamente patriotas deberíamos ofrendar legítimo orgullo por encima del trastorno que pueda causar en el ya complicado transcurrir del tráfico ciudadano. Y más cuando se nos anuncia que "la exhibición anticipa la idea del Consell de construir un trazado urbano para acoger en 2009 un GP de Fórmula Uno".

Mientras, sigue el rifirrafe en el área de Menéndez Pelayo (entre la avenida de Cataluña, Blasco Ibáñez y Primado Reig) por la declaración de Zona Acústicamente Saturada (en adelante, ZAS). Los hosteleros, que dicen haber visto reducida su actividad en un 90%, anuncian pérdidas millonarias y cierres incluso de locales muy conocidos, situación que les llevó a encargar a los Reyes Magos un cargamento de carbón para el concejal responsable. Recordemos que esta declaración responde a una denuncia del vecindario que acabó en fallo del Tribunal Supremo. El municipio, inactivo hasta entonces, es quien ha adoptado las medidas que son calificadas de excesivas y letales para la industria del ocio, principalmente el adelantamiento del horario de cierre.

Con permiso de Pérez Benlloch, gran entendido y denunciador inasequible al desaliento, recordaré que Valencia es la ciudad española con mayor contaminación acústica tanto en el centro como en los barrios, y que el 80% de su superficie queda lejos de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Un informe de la Fundación La Caixa matiza que "la vinculación de ruido y fiesta impide que se valore como una agresión".

Esta tolerancia o incluso querencia por tan peligroso agente psico-patógeno ha generado a su vez una importante industria de insonorización, cursos y masters para expertos medidores, así como de bufetes de abogados especialistas en acusar o defender casos relacionados con el estruendo. Con el tiempo, han empezado a brotar las sentencias. La pionera fue aquella que dio la razón a Pilar Moreno, desesperada vecina de la plaza Xúquer. La que más consecuencias políticas producirá, la condena del alcalde de Vila-real. Y otras vendrán, seguro, en áreas como Juan Llorens, El Cedro, El Carmen...

Atronarán los Fórmula 1 (¿cuántos decibelios desparrama un bólido?) en avenidas que la generosidad municipal ofrenda a la iniciativa privada, buscando los réditos electorales de una foto con el campeón. Si el talante democrático se midiera por el mimo a las minorías por encima de los derechos de las mayorías, este Ayuntamiento obtendría el sonotone d'or: marchosos y bares contra el vecindario; falleros contra quienes no lo son; la afición motorizada del Valencia CF que bloquea todo un distrito; la sociedad anónima que dirige el club logrando que un barrio sea expoliado de su terreno para uso público; los papistas imponiéndose a una ciudadanía obligada a emigrar o encerrarse en casa... Y todo alegando prestigio planetario y lluvias de millones aún por caer.

Nuestra ley reconoce que "el ruido es causa de la preocupación en la actualidad por sus efectos sobre la salud...".

¿Pero quién organiza y financia este magno evento y otros "acontecimientos internacionales" que nos harán más felices, más ricos y famosos, más guapos, más rubios y más altos? Sí: CACSA, Generalitat y Ayuntamiento, bajo la atenta vigilancia de centenares de policías. ¿Es o no es para volverse ZAS?

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