El amor es ciego
"La realidad siempre supera a la ficción" es un lugar común que no siempre se cumple pero que a veces se hace carne con determinadas historias. La masai blanca es una de ellas. Si a un cineasta se le ocurriese filmar la odisea de una turista occidental que, en un viaje por Kenia junto a su novio, cae rendidamente enamorada de un guerrero con sólo un golpe de vista, y que tras dicha pulsión visual decide abandonar a su pareja para instalarse en plena selva, los espectadores se reirían a carcajadas por falta de verosimilitud. Sin embargo, una tal Corinne Hofmann vivió la experiencia y la escribió en un vendidísimo libro que ahora se estrena en forma de largometraje.
En los últimos años, el cine social se ha ocupado con asiduidad del choque de culturas en torno al amor (de Oriente es Oriente a Sólo un beso pasando por Flores de otro mundo), pero nadie había llegado tan lejos. Ni en la realidad ni en la ficción. A pesar de sus imperfecciones narrativas, La masai blanca se ve en todo momento con interés gracias a la estupefacción natural que provoca en el acomodaticio espectador del primer mundo, con luz, agua corriente, hipoteca y horario, además de la evidente curiosidad antropológica que despiertan las diversas circunstancias que se narran. Sin embargo, Hermine Huntgeburth, la directora, nunca hurga en la herida y muchas de las situaciones más comprometidas (el encuentro con la ablación, el choque con las costumbres tribales más polémicas...) son narradas de forma epidérmica y cobarde. En este sentido, la secuencia en la que la mujer vuelve a su ambiente para liquidar propiedades y negocios, mientras se topa de bruces con la natural incomprensión de sus familiares, es el vivo retrato de la pusilanimidad dramática.
LA MASAI BLANCA
Dirección: Hermine Huntgeburth. Intérpretes: Nina Hoss, Jacky Ido, Katja Flint, Nino Prester. Género: drama. Alemania, 2005. Duración: 131 minutos.
Babelia
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