El enigma de la ciencia
El best seller de misterio que acude a una realidad cotidiana actual para removerla mediante un enigmático viaje por la historia y por la ciencia arrasa en el mundo editorial. Al tiempo, el cine parece irse apuntando a la moda a través de diversas adaptaciones de dichas novelas, pero también con creaciones originales para la pantalla, como La caja Kovak, entretenida, banal, irregular aunque muy eficaz tercera película del ex crítico Daniel Monzón tras la estimable El corazón del guerrero (2000) y la fallida El robo más grande jamás contado (2002). Como en Teléfono (Don Siegel, 1977), una llamada pone en marcha una inmolación al servicio de una causa tan intrigante como peligrosa para el estado del mundo. Mientras, ecos de Los niños del Brasil y de El mensajero del miedo (salvando las distancias) completan el atractivo panorama.
LA CAJA KOVAK
Dirección: Daniel Monzón. Intérpretes: Timothy Hutton, Lucía Jiménez, David Kelly, Gary Piquer. Género: thriller. España-RU, 2006. Duración: 110 minutos.
Acompañado en el guión por Jorge Guerricaechevarría, escritor acostumbrado a tramas que se sumergen en la intriga desde la acción a pie de calle, desde personajes ampliamente reconocibles (El día de la bestia, La comunidad, Platillos volantes), Monzón ha compuesto una historia más avispada que inteligente, que en ningún momento deja de interesar a pesar de la evidente falta de química de la poco plausible pareja protagonista: Timothy Hutton, con la impresión de haber rodado mientras pasaba por allí, y la simplemente esforzada Lucía Jiménez. Algo semejante a lo que ocurría con Tom Hanks y Audrey Tautou en un filme de parecidas trazas a La caja Kovak: la nefasta adaptación de El código Da Vinci, realizada por Ron Howard.
Es, sin embargo, el británico David Kelly, de 77 años, el que alza el vuelo cada vez que aparece por la pantalla. Así, su lejano personaje de científico loco (un papel clásico del cine de misterio y terror) termina resultando el más cercano, el más verosímil gracias a la presencia, a la cadencia, a la carne, a la pasión, incluso a la comprensión que le regala el anciano actor, todo ello a pesar de tratarse de un papel en principio poco edificante.
Dirigida con oficio aunque sin demasiada personalidad, La caja Kovak posee de todos modos suficientes atractivos como para convertirse en un éxito de público, siempre que el espectador local le pierda el miedo de una vez por todas al cine de género rodado en España. Películas del corte de La caja Kovak consiguen toneladas de dinero cada semana en las taquillas, tanto en Estados Unidos como aquí, y sería una pena que ese determinado público la dejase escapar.
Babelia
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