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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una luz en la carretera

El descenso en el número de accidentes de tráfico y de muertos al volante durante los días navideños -un 37% menos que en igual periodo de 2005- confirma la desaceleración observada a partir de la implantación del carné por puntos el 1 de julio de 2006. La carretera ha ocasionado 114 víctimas mortales, 67 menos que durante la Navidad anterior, lo que cabe englobar en el descenso total del 9,5% de víctimas mortales contabilizadas a lo largo de 2006.

Lo novedoso no es este descenso. Desde hace tres años las cifras anuales de siniestralidad en la carretera se reducen: un 12,7% en 2004 y un 5,2% en 2005. Lo nuevo, y esperanzador, es que el descenso de 2006 se ha producido sobre todo durante los seis meses de vigencia del carné por puntos: 260 víctimas mortales menos del total de 316 en todo el año. El efecto puntos parece, pues, innegable. El temor a la pérdida de puntos y, en último término, al carné, se está revelando mucho más disuasorio que las multas, como en los países de la UE que tienen implantado desde hace años este sistema.

Seis meses son muy poco tiempo para deducir que el carné por puntos es un éxito y que ha calado en los hábitos y en la mentalidad del conductor español. Necesitará de más tiempo y aun así no podrá ser considerado como la única solución a la sangría de la carretera que, a pesar del menor número de víctimas, sigue siendo inaceptable: 3.016 muertos y 1.428 heridos graves en 2006. Las autoridades tienen mucho que hacer en mejora de infraestructuras viarias, señalizaciones y dotación de mayores medios de control vial.

El año que ha empezado será clave para demostrar si el carné por puntos se ha ganado la credibilidad, sin la cual es imposible su aceptación social. Y ello dependerá en buena medida de la capacidad que tenga la Administración para gestionar su aplicación. De nada servirá una norma rigurosa, con la amenaza teórica de retirada del carné de conducir, si no hay medios -radares, agentes- para detectar las infracciones o se pierden las sanciones en el tráfago administrativo hacia los registros centrales de tráfico. Lo peor que podría sucederle al carné por puntos es que se extienda un sentimiento de impunidad por la percepción entre los infractores de que las sanciones no se aplican a tiempo y con rigor.

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