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Reportaje:

El caníbal de la cárcel de Rouen

Un preso francés asesina a un compañero de celda y se come una parte del cadáver

El fiscal no quería creerlo. Pero una autopsia ha revelado que el asesino no mentía: se había comido parte del cuerpo de su víctima. El asesinato se produjo el pasado 1 de diciembre en la cárcel de Rouen, ciudad situada cerca de la costa atlántica y en la desembocadura del Sena. En una celda en la que convivían tres detenidos, uno de ellos fue asesinado "con premeditación". Le propinaron puñetazos y patadas, le clavaron un par de tijeras e intentaron estrangularlo antes de matarlo por asfixia, enfundándole una bolsa de plástico sobre la cabeza.

Los tres detenidos tenían más de 30 años y quien ha confesado ser el asesino cumplía los últimos días de una condena a cinco años por robo con violencia. Los tres habían solicitado, por escrito, poder estar juntos en la misma celda, algo a lo que la dirección del establecimiento penitenciario accedió "porque nada indicaba ni permitía pensar que tuviera que ocurrir nada malo entre esos tres hombres".

El muerto presentaba una gran herida en un costado y el asesino afirmó haberle "arrancado el corazón" para comérselo. Explicó que lo había cocido en una cacerola, pero la autopsia demostró que el corazón estaba en su lugar y que estaba intacto. "Los forenses profundizaron en el estudio del cadáver y descubrieron que le faltaba parte de un pulmón y de un músculo intercostal", explicó el fiscal del caso, Joseph Schmit. Al parecer, ésas son las partes que se comió el recluso que mató a su compañero de celda.

El índice de ocupación de la cárcel de Rouen, de un 101%, no sirve para explicar que los vigilantes tardaron en darse cuenta de lo que había sucedido en la celda. El fiscal también investiga la eventual responsabilidad de los funcionarios de prisiones. Respecto al segundo detenido, el que no se autoinculpó en el homicidio, ya ha admitido que "no dormía en el momento del crimen". Por tanto, los dos compañeros de celda del muerto están acusados como sospechosos de "homicidio voluntario" y de "haber atentado contra la integridad del cadáver", a la espera de que se aclare lo ocurrido.

En 2004, las cárceles francesas ya conocieron otro caso de asesinato acompañado de canibalismo. En aquella oportunidad, el asesino se comió parte del cerebro de su víctima.

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