El modelo francés
La revista francesa Cahiers du Cinèma publica en su último número un interesante estudio sobre la producción francesa. El articulista Jean Michel Frodon, director de la publicación, se cuestiona el sistema de ayudas que da privilegios al éxito en taquilla y que ningunea a las películas pequeñas aunque sean artísticamente arriesgadas, que deberían ser, según él, candidatas preferentes a las ayudas. ¿Qué razón hay en premiar a quien ya ha triunfado y no proteger a las películas singulares que podrían renovar el arte cinematográfico?
Frodon se alarma por lo que considera baja calidad del reciente cine francés "a lo grande", y por la marginación a la que se somete a autores con peso específico en el cine de su país. Las películas de grandes presupuestos, dice, ahogan en el mercado a las más modestas, que las televisiones generalistas se niegan a programar.
Vence el cine de pensamiento único o los filmes que cuentan con promoción
En España, los distribuidores independientes tienen en su haber multitud de títulos europeos, algunos incluso triunfantes en circuitos de exhibición, que no consiguen colocar en las televisiones, y menos aún emitidas en buen horario. Una pescadilla que se muerde la cola. Si producir películas es más interesante que mostrarlas, en los anaqueles de las distribuidoras se irán pudriendo de tristeza algunas de las buenas películas de cada año. Los programadores televisivos, atentos a obtener récords de audiencia, rompen así la cadena imprescindible para la supervivencia de películas llamadas pequeñas. Vence el cine de pensamiento único o los filmes que cuentan con promoción destacada.
Casi todos los sectores de la industria española parecen contentos estos días con el borrador de intenciones de lo que será la nueva ley del cine; no así las televisiones, que deberán aumentar su participación económica en la promoción de las películas españolas; tampoco quienes reivindican exenciones fiscales para las inversiones en cultura, viejo caballo de batalla al que nadie acaba metiendo seriamente mano.
Muchos cineastas españoles esgrimen como modelo el sistema francés de protección al cine, mientras que Frodon, en el artículo citado en Cahiers du Cinèma, le ve a éste graves grietas. El espectador asiste atónito a las quejas de todos los sectores del gremio mientras la producción de películas no cesa. Parecería que alguien no dice toda la verdad. Si tan mal va todo, ¿por qué se produce tanto?, se pregunta Frodon. Y aquí podríamos hacernos la misma pregunta... Unos 120 largometrajes se han presentado este año a las candidaturas de los premios Goya, algunos económicamente potentes y otros destinados a ser silenciados por su modestia.
A partir de mayo vamos a estar mejor informados sobre las bondades o contradicciones del sistema francés, gracias precisamente a Cahiers du Cinèma. Está prevista una versión española y autóctona de tan histórica publicación (ha cumplido 55 años), que a lo mejor se transforma en una plataforma de debate sobre las zonas oscuras de este cine de nuestras zozobras. En definitiva, que nos pongan fácil ver el cine pequeño de calidad, que del otro ya se encargan los anunciantes poderosos.
Babelia
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