Eficacia sorprendente
A pesar de su aspecto discreto, el Legend es una berlina muy completa que incluye todo lo imaginable, como cámara para aparcar, radar antichoque y una sofisticada tracción 4×4. Los asientos eléctricos permiten encontrar enseguida la postura idónea y el volante se desplaza hacia delante al sacar la llave para facilitar la salida del conductor. Pero lo mejor es que todo viene de serie y hace muy cómoda la vida a bordo.
Un V6 de gasolina a la última
El motor es un 3.5 V6 de gasolina muy avanzado. Rinde 295 CV y va unido a un cambio automático secuencial de sólo cinco marchas, uno de sus pocos puntos débiles frente a los de seis y siete velocidades de las marcas de prestigio. Se puede accionar manualmente con la palanca o desde el volante, lo que realza aún más la calidad de conducción, pero el salto entre tercera, cuarta y quinta es mayor de lo deseable y penaliza las aceleraciones. Aun así, el conjunto mueve bien el peso y ofrece unas prestaciones notables. Destaca su funcionamiento suave y silencioso, que aporta una sensación de confort muy agradable, pero responde con poderío casi desde el ralentí y sube hasta las 7.000 vueltas sin dar sensación de ir forzado.
Otra virtud del motor es el consumo, alto, pero ajustado para sus casi 300 CV. En conducción tranquila gasta unos 10 litros, sube a 13 si se estiran las marchas y sólo llega a 15 en tráfico urbano denso.
Estabilidad impecable
Donde el Legend marca la diferencia es en su impecable comportamiento, porque ofrece una estabilidad muy eficaz en todos los trazados, sobre todo para su peso y tamaño. La amortiguación de gas ayuda, pero la clave es la tracción 4×4 inteligente, que actúa coordinada con la dirección y el control de estabilidad, y se adelanta tanto a los errores que convierte en bueno al conductor menos dotado. Aparte de repartir la potencia entre los dos ejes, lo hace también entre las dos ruedas traseras de forma instantánea según la adherencia de cada una, lo que mejora su eficacia, sobre todo en situaciones difíciles: en curvas cerradas, la rueda exterior recibe más potencia que la interior para ayudar a girar.
El resultado es impecable y da la sensación de que el coche circula anclado al piso, porque entra en las curvas con docilidad, gira plano sin balancear y hace sentir siempre que todo está bajo control. Reacciona a las órdenes del volante con tal precisión que hace olvidar su peso y tamaño. En carreteras viradas es casi tan ágil como un coche tipo Golf, y en zonas rápidas y autopista muestra un aplomo y una seguridad sobresalientes. Sólo la sonoridad, que aumenta con la velocidad, resulta mejorable, y aunque el motor es muy silencioso y no se oye al ralentí, la insonorización deja pasar los ruidos de rodadura más de la cuenta.
Por lo demás, los frenos paran con poderío y el radar antichoque controla la distancia con el coche de delante y avisa e incluso frena al detectar riesgo de colisión.
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