Defensa quiere quitar el tope de 3.000 militares para misiones en el exterior
España dirigirá las fuerzas de operaciones especiales de la OTAN en 2007
El Ministerio de Defensa quiere eliminar el límite global de 3.000 efectivos fijado actualmente para el conjunto de operaciones militares en el exterior. Los mandos militares no prevén sobrepasar este límite -al contrario, tras el regreso de las tropas de Congo y la reducción planeada en Bosnia y Kosovo, es probable que no se alcancen los 2.500- pero sí librarse de un corsé que ha causado notables quebraderos de cabeza en los últimos meses.
"A veces, había que elegir entre enviar un odontólogo o un ginecólogo", dice con ironía un responsable militar. El Consejo de Ministros debe aprobar mañana un acuerdo que prorrogue, hasta 31 de diciembre de 2007, la participación de las Fuerzas Armadas en operaciones internacionales de paz y ayuda humanitaria. Será en el marco del mismo donde se decida si mantiene el límite de los 3.000, se elimina o se deja como una mera previsión, no como la cifra máxima.
La decisión de poner un tope a los efectivos en el exterior se tomó por razones presupuestarias, para que el Ministerio de Economía y Hacienda pudiera prever su coste, ya que la partida con la que se sufraga, la 228 del presupuesto de Defensa, puede ampliarse sin límite. Con los años, sin embargo, se ha convertido en objeto de debate político, sobre todo después de que el PP acusara a Zapatero de enviar más soldados a zonas de conflicto que en la etapa de Aznar. Para respetar este tope, los mandos militares han tenido que hacer encaje de bolillos o "trampas en el solitario", en expresión coloquial, no contabilizando por ejemplo a los desplazados con carácter temporal para construir las bases de los destacamentos.
En todo caso, la eliminación del límite no dejaría manos libres a Defensa. Algunas misiones, como la de Líbano, tienen su propio máximo, fijado en 1.100 por el Congreso, por lo que el Gobierno no puede variarlo sin una nueva votación parlamentaria, al contrario que el límite global, que determina el Ejecutivo. Además de los contingentes en operaciones de paz, el acuerdo que aprobará el Consejo de Ministros incluye los observadores militares (del máximo actual de 50 nunca se ha cubierto ni la mitad) y las aportaciones a los grupos de combate de la UE y a la Fuerza de Reacción de la OTAN (NRF).
La aportación española a la NRF será muy importante el año próximo, no tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Además de otros elementos (como un escuadrón de Caballería o una unidad de reconocimiento NBQ), España ostentará desde julio de 2007 y durante un año el mando de las unidades de operaciones especiales de la OTAN. Eso significa que cualquier misión de ese tipo -y no en vano son las más delicadas- que realice la OTAN hasta junio de 2008 tendrá mando español y, con bastante probabilidad, participación de los boinas verdes de la base de Rabasa (Alicante), que aportarán unos 200 militares.
El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, confirmó ayer en Mostar (Bosnia-Herzegovina) que España planea reducir a la mitad, durante la próxima primavera, su contingente militar en esta ex república yugoslava, que pasará de casi 500 a unos 250 efectivos. Los militares españoles se trasladarán a la base de Camp Butmir, junto a Sarajevo, donde asumirán el mando de un batallón multinacional de reserva. Además, mantendrá cuatro equipos de enlace y observación (LOT), con seis integrantes cada uno, en las localidades bosnias de Mostar, Capljina y Trebinje.
La reducción de las tropas europeas -Eufor se quedará con 2.500 militares, frente a los 6.000 que ahora tiene- se enmarca en el final del protectorado internacional y la recuperación de su propia soberanía por parte de Bosnia-Herzegovina, un proceso que debería culminar el próximo 1 de julio y que tropieza con importantes obstáculos, como la ausencia de un Ejército de carácter estatal, al margen obediencias sectarias, y de una policía capaz de enfrentarse con éxito a las poderosas mafias.
Algunos de estos problemas fueron abordados ayer por Alonso con su homólogo bosnio, Nikola Radovanovic, quien le agradeció el trabajo de las tropas españolas y la formación de 40 militares de su país en técnicas de desminado.
Para España, la próxima salida de sus tropas de Mostar, donde han permanecido 15 años, supone el fin de una etapa. Iniciada en 1992, Bosnia fue la primera operación a gran escala de las Fuerzas Armadas en el exterior tras la recuperación de la democracia. Los beneficios en experiencia y prestigio internacional han sido enormes, pero también el coste: 21 muertos -20 militares y un intérprete- y 1.667 millones de euros.
Consciente de ello, Alonso agradeció en Base Europa a los miembros de la Agrupación Táctica Álava y de las 28 que le precedieron, la "importante misión" y el "éxito indudable" alcanzado en la tarea de traer estabilidad a un país devastado a principios de los noventa por el enfrentamiento fratricida y en la antesala ahora de su anhelada integración en la OTAN y la UE.
Lo que queda de España
Tras la salida de las tropas, en la próxima primavera, la huella de la presencia española en Mostar pervivirá en la Plaza de España, ubicada en el céntrico bulevar que se convirtió en primera línea de frente durante la guerra entre musulmanes y croatas, como atestiguan numerosos edificios aún en ruinas. Un monolito y una lápida, ante la que los ministros español y bosnio depositaron ayer una corona de laurel, recuerdan los nombres de los 21 muertos con uniforme del Ejército español. El primero de ellos, el teniente Arturo Muñoz Castellanos, abatido en mayo de 1993. La marcha de los españoles coincidirá con las obras de remodelación de la plaza, cuyo presupuesto, 348.000 euros, será financiado por Defensa.
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