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El destino de la inmigración Los 'desaparecidos' en el mar del Caribe

"Yo también quiero hacerme rico"

"Soñar es libre. Yo también sueño con un país en el que hacerme rico sin tener que hacer nada", confiesa con ironía el teniente coronel Alioune Ndiaye, portavoz de la policía senegalesa. Ndiaye asegura desconocer el caso de los 47 chicos y el yate fantasma de Barbados, pero hace una llamada desde su moderno móvil "a un superior" del Ministerio del Interior, que le confirma que "es cierto" y que "el Gobierno está al tanto" del suceso. Al colgar, se disculpa: "Sólo puedo hablar de lo que sé o lo que me dicen y no sabía nada de eso".

El joven militar viste de civil, con un sobrio traje azul marino. Su única ostentación es un enorme reloj de gruesa cadena de oro y plata. No elude ni una pregunta, pero tampoco claudica por muchas veces que se le plantee la misma de forma distinta y contesta lo que quiere con agilidad e ironía. Es frecuente que salpique sus expresiones con un "Soy policía, no político" y una perla: "Ahora vivimos una calma chicha". Su teoría es que desde el pasado 7 de septiembre con el despliegue de Frontex (la Agencia europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores de los países de la UE), y desde que la policía de Senegal se entrega a fondo, "los cayucos ya no salen de este país". En apenas dos meses asegura haber desbaratado numerosas operaciones y detenido e identificado "a más de 1.000" candidatos a emigrar irregularmente.

El portavoz de Interior transmite que los 5.000 jóvenes repatriados desde España "no suponen un problema de seguridad" y dice que se expresan libremente "porque esto es una democracia". "La vía normal para viajar por el mundo no está cerrada", recuerda el teniente coronel; "es mucha la gente que no cumple los requisitos que se les exige. Senegal es un país abierto, pero si alguien quiere venir tiene que cumplir ciertas formalidades; lo mismo en EE UU que es símbolo de la libertad y en España, un país libre que tiene el derecho a decidir cómo quiere que la gente entre en su territorio".

Alioune Ndiaye confiesa que el momento más difícil de este año fue "intentar hacer entender a quienes se querían ir que no era posible, que así no se llega y que su determinación podía no tener un buen final, además de perder el tiempo y el dinero".

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