"La reunión con ETA era imprescindible, pero esto no es irreversible y puede salir mal"
Javier Balza recibía el viernes pasado a EL PAÍS en su despacho con las compras de Navidad casi terminadas, a falta de la petición de su hijo pequeño: el coche de Fernando Alonso. La entrevista se actualizó tras el hallazgo por la Ertzaintza, el sábado, de un zulo de ETA en Amorebieta (Vizcaya).
Pregunta. ¿Hay comandos en Euskadi?
Respuesta. Hasta el sábado, cuando se descubrió el zulo de Amorebieta, no habíamos detectado ningún movimiento de ETA en Euskadi. No teníamos datos de preparación operativa de comandos instalados aquí, y ahora estamos investigando. Otra cosa es la kale borroka, que siempre ha sido definida por ETA como una lucha complementaria. La decisión de la intensidad de la misma es medida y estamos ante los primeros pasos de una escalada en el nivel de gravedad. Durante muchos meses ha habido muchos ataques de poca relevancia personal. Tenemos una preocupación por un paso de nivel que busque amedrentar a la sociedad. El autobús de San Sebastián no lo quemaron en cocheras, sino echando a sus ocupantes y en plena feria de Santo Tomás, para alarmar a todos. Y los ataques a dos ertzainas de la pasada semana, que no se producían desde hace años. Un nivel de gravedad de kale borroka como el de 1999 rompería el proceso como si fuera un atentado de ETA. No podemos engañarnos.
"Otras elecciones sin Otegi en las listas de la izquierda 'abertzale' no aguantan el test democrático"
"Hasta el sábado, cuando se halló el zulo, no habíamos detectado ningún movimiento de ETA en Euskadi"
"Un nivel de gravedad de 'kale borroka' como en 1999 rompería el proceso como si fuera un atentado"
"La nueva condena a De Juana por escribir artículos lamentables no aporta nada a la lucha antiterrorista"
P. ¿La crisis por la que pasaba el proceso se ha salvado con la reunión entre ETA y el Gobierno o es un mero espejismo?
R. No creo que estemos ante un espejismo, ni tampoco que con una reunión se haya superado la crisis. Los problemas que había siguen ahí. La reunión era imprescindible, porque ya llevaba meses de retraso, y ha servido para que Zapatero pueda informarnos de su test para saber la voluntad de ETA de mantener el alto el fuego.
P. Luego, el proceso no es irreversible, puede salir mal.
R. No he llegado a un convencimiento de irreversibilidad en ningún momento. Esto puede salir mal, esa carta no está despejada.
P. ¿No será que cada parte lo entiende de forma distinta?
R. Siempre ha pasado, como en Argel. O en Lizarra, donde ETA lo entendió como un proceso de construcción nacional y nosotros como una oportunidad para la paz. El inicio de este proceso es más complejo: la decadencia militar de ETA, la apuesta de la gran mayoría de la izquierda abertzale por la política. Y por parte del Estado hay un compromiso. Sí va a haber diferencias, pero ahora hay condiciones para que pueda salir adelante.
P. Ha sido el menos pesimista en este mes en el que se sucedían pronósticos nada alentadores. ¿Tenía información privilegiada?
R. Sobre todo análisis, pero también nos podemos equivocar. Mantenemos una relación muy leal con el Ministerio del Interior; nos contamos todo lo necesario para hacer nuestro trabajo.
P. El ministro sigue muy prudente, y tras la reunión con ETA ha dicho: "No estamos ni mejor ni peor que hace 15 días".
R. Es cierto. Los problemas que existían permanecen: la intención de unir violencia y política, tanto cuando ETA dice que sin autodeterminación y territorialidad no hay proceso como cuando el Gobierno dice que no mueve a a los presos si no hay paz. Y la kale borroka y la ilegalización de Batasuna. Tenemos la certeza de que no se ha ido al traste. La apuesta de ETA y Gobierno es seria.
P. Pues ETA y Batasuna dicen que no se ha movido nada.
R. Hay una actitud distinta de la Audiencia Nacional con sus manifestaciones. Hay movimientos con la postura de la fiscalía en el caso Egunkaria, el aplazamiento de la sentencia del Supremo del caso Jarrai-Haika-Segi. Es urgente conocer qué pasa con la sentencia sobre la ilegalización en Estrasburgo. El Estado debería pedir ya la decisión sobre este asunto, porque afecta a uno de los elementos clave del proceso: la legalización de Batasuna. Lo que, por cierto, culminaría una cadena de decisiones de la Unión Europea en relación con el proceso: la declaración de la Comisión y la votación de la Eurocámara. Por eso creo que existe recorrido.
P. Egiguren dijo al principio del proceso que se sustentaba en bases sólidas. Nueve meses después, uno se pregunta de qué hablaron tantos años Egiguren y Otegi.
R. Es la principal crítica que tenemos que hacer a los que condujeron el estadio previo. Todos sabíamos cuáles eran los nudos a resolver. Parece que presos, legalización y el no uso de la violencia tenían que estar más encauzados.
P. ¿El proceso se ha construido sobre muchos sobrentendidos?
R. Tenemos herramientas para gestionar sobreentendidos o supuestos incumplimientos. Y en las reuniones para la mesa se ha avanzado mucho. No estamos como en marzo.
P. Sí, pero en la mesa de partidos Batasuna suspira ahora aliviada por no haber presentado en verano nuevos estatutos.
R. En una cosa tan compleja nadie tiene el cien por cien de la verdad. Batasuna tiene razón cuando habla, en los prolegómenos del proceso, de una ofensiva judicial absoluta contra ellos. Sus interlocutores han estado más perseguidos que nunca en su historia. Cuando ETA asesinaba a 100 personas al año, esto no pasaba. Es normal que la izquierda abertzale plantee el esquema de garantías para actuar en política. ¿Cómo se hace? Ellos, con nuevos estatutos, y el Gobierno, facilitando nuevas garantías para no quebrar la esperanza de volver a tener una representación sin subterfugios de la izquierda abertzale. Otras elecciones en Euskadi sin representación de la izquierda abertzale con Otegi de cartel no aguantaría el test democrático.
P. Francia habla de una nueva ETA lista para actuar.
R. Nosotros [la Ertzaintza] tenemos información muy limitada, porque increíblemente seguimos fuera de Europa a nivel policial. Es muy probable que en estos meses ETA se haya rearmado, pero hay instrumentos para frenar una vuelta a la violencia.
P. Hay quien describe a ETA como un ejército sin guerra.
R. Mantiene sus estructuras, pero no haría muchas deducciones. ETA aún no ha dado el paso del cierre de la violencia y la amenaza sigue existiendo. Y para eso trabajamos las policías. La política se encarga de lo otro.
P. En Francia se interpreta el robo de 350 pistolas por parte de ETA como un pulso interno de quienes nunca creyeron en el alto el fuego.
R. Es posible que haya discrepancias internas y que ETA esté discutiendo sobre la vuelta o no a la violencia, pero, venza quien venza, arrastrará a toda la organización. No veo la escisión.
P. Pese a los actos violentos, el proceso no ha descarrilado.
R. Eso es lo novedoso de este proceso: toda la izquierda abertzale asume la separación violencia / política y sacar el conflicto de las calles. Si esto se pierde, estamos en Argel y Lizarra, y ese camino sabemos adónde va. La kale borroka lo rompe, y la tutela de ETA también. El Gobierno parece que ha verificado que hay recorrido, y a corto plazo violencia y tutela deben desaparecer. Lo que no quita para que el comunicado que yo espero, en el que hablará mucho de sus presos, haga una valoración del momento absolutamente negativa.
P. ¿Debe Zapatero excarcelar ya a los presos con las tres cuartas partes de la condena cumplida o con enfermedades muy graves?
R. Sí. El cambio de la política penitenciaria debe ser gradual.
P. ¿Un desenlace fatal con De Juana daría al traste con...?
R. No me lo quiero ni imaginar. Estamos hablando de cuestiones tan dramáticas que no voy a especular. Que un señor que ha cumplido su condena tenga una década más de condena por escribir un artículo, lamentable no aporta nada a la lucha antiterrorista. Vulnera derechos básicos.Javier Balza (Vitoria 1957) cree que la crisis en que se encuentra el proceso de paz no se salva sólo con la reciente reunión entre ETA y el Gobierno. Los problemas que existían antes, advierte, siguen ahí: la persistencia de la kale borroka, la intención de unir violencia y política, la legalización de Batasuna y la política penitenciaria. Por ello, coincide con el ministro del Interior al decir: "No estamos ni mejor ni peor que hace 15 días". Y admite: "Esto no es irreversible, y aún puede salir mal".
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