Sancho de Castilla no murió envenenado
Un estudio asocia la muerte del infante con una infección pulmonar aguda
Un grupo de investigadores coordinado por la Universidad de Granada acaba de desmontar una de las grandes leyendas de la historia de la monarquía en España: El Infante Sancho de Castilla, hijo de Pedro I El Cruel, no murió envenenado como sospechaban los historiadores que han investigado sobre las extrañas circunstancias que rodearon el fallecimiento del infante en 1370, cuando tenía apenas siete años.
Aunque la tesis del envenenamiento ha sobrevivido durante más de siete siglos, los estudios realizados por el Hospital Clínic de Barcelona, las universidades de Alcalá de Henares y Granada, el Hospital Virgen de la Salud de Toledo y la Policía Científica de Madrid no han detectado "por ahora" ningún resto de tóxicos como el cianuro o el arsénico. Esto hace pensar a los investigadores que el infante murió por causas naturales. Los científicos no se atreven a concretar aún estas causas, pero de todas las muestras que se han analizado de la momia del niño, que se conserva en el convento de Santo Domingo el real (Toledo), las que han ofrecido más información son las procedentes del pulmón, que advierten de que el pequeño Sancho de Castilla niño pudo padecer un proceso infeccioso agudo pulmonar.
Según los resultados del estudio, el infante sufrió una exposición crónica al humo, probablemente procedente de una chimenea, así como una frecuente presencia de macrófagos alveolares y hematíes, que pueden estar detrás del "proceso inflamatorio y hemorrágico" que los científicos apuntan ahora como causa más probable de su muerte. La investigación, no obstante, no se da por terminada, y los científicos van a intentar reconstruir en tres dimensiones la cara del infante.
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