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Expertos e historiadores debaten el alcance de los daños de 'El grito'

La incertidumbre marca la restauración de la obra de Munch

El anuncio de que los daños sufridos por El grito, quizá la más conocida y admirada del pintor noruego Edvard Munch, puede que sean imposibles de reparar, e incluso de que es posible que no pueda ser exhibida al público, ha tenido repercusiones de diversa índole entre los expertos y el público. Pero la opinión generalizada coincide en que, más allá de discrepancias sobre las peripecias sufridas por el cuadro, en el que muchos ven un paralelo con la atormentada existencia de su autor, se ha producido un renovado interés por El grito en particular y por la figura de unos de los mayores exponentes de la pintura universal.

Para el público noruego que ve en Munch un símbolo del orgullo nacional, la consternación de la noticia reciente ha acrecentado su deseo de volver a ver cuanto antes la obra en las paredes del museo. Y la expectación se centra en otro anuncio de la dirección del museo de que planeaba exhibir la obra esta Navidad. Algo que quedó en suspenso, sin desmentido ni confirmación hasta el momento, desde que se conoció la noticia de los daños "irreparables".

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El historiador del arte Tommy Sörbö ha afirmado estos días que Edvard Munch fue "un pintor sumamente descuidado", que solía manchar frecuentemente las obras en las que trabajaba, sin darle a ello mayor importancia. Esto podría interpretarse como que la gravedad atribuida a los daños sufridos por el cuadro, que han sido calificados como irreparables por los expertos del museo, podría ser considerada como relativa.

Asimismo, los críticos recuerdan que la evolución del estilo de Munch desde el naturalismo al expresionismo fue objeto de diversas opiniones de los expertos así como también de las sucesivas influencias que experimentó, entre las cuales se menciona a Manet, Von Marées y, especialmente, Gauguin Van Gogh.

En el caso de El grito, se ha señalado la marcada influencia de este último, no solamente en los colores sino por compartir la misma poderosa atracción por el modelo de una momia peruana que se exhibe en el Museo del Hombre, de París, que influyó en la expresión angustiosa de la figura central del cuadro de Munch.

Angustia

El artista, que escribió tanto como pintó, dejo su propio testimonio de la vivencia personal que lo inspiró. "Una noche andaba por un camino. Por debajo de mí estaban la ciudad y el fiordo. Me sentía cansado y enfermo. Me quedé mirando el fiordo, el sol se estaba poniendo. Las nubes se tiñeron de rojo como la sangre. Sentí como un grito a través de la naturaleza. Pinté este cuadro, pinté las nubes como sangre verdadera. Los colores gritaban". Era la descripción no solamente de un instante que conmovía al creador, sino, además, de su propia angustiosa existencia, que lo tuvo frecuentemente al borde del colapso psíquico.

Según el informe de Ingebjörg Ydstie, directora del Museo Munch, "el agua impregnó la tela (en la parte inferior izquierda del cuadro) de tal manera que resulta imposible que la pintura de esa zona se vuelva a ver igual a la del resto". Lo que hace casi imposible intentar su reparación. Aunque nada está planteado en términos definitivos, hasta ahora.

Cuando El grito y Madonna fueron recuperados se informó de que ambas obras presentaban daños que debían ser evaluados por los técnicos y que, en cualquier caso, su restauración para estar en condiciones de ser mostradas nuevamente al público llevaría "semanas y tal vez meses". Esta nueva desgraciada circunstancia tras la alegría de su recuperación abre un periodo de incertidumbre. Pero también de renovada vigencia de una obra clásica de la pintura.

<i>El grito,</i> de Edvard Munch.
El grito, de Edvard Munch.REUTERS
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