Desde la ría
El directo de Kepa Junkera nunca defrauda. El bilbaíno suele privilegiar tempos enérgicos y melodías cercanas, se permite alguna virguería y hasta bromas musicales. Siempre ha sido un chico de ciudad y su disco Hiri (Ciudad) está construido a partir de las que le inspiraron, y que desempeñan, al igual que su música, un papel integrador. De la finlandesa Kokkola pasó a Buenos Aires como quien baja a otro rellano, y saltó de Agadir a Reno sin sufrir vejaciones en el aeropuerto.
La trikitixa -acordéon diatónico-, la txalaparta -tablas de madera horizontales que se percuten con bastones y la alboka -boquilla y pabellón son dos trozos de cuerno de vaca- sobrevivieron al intento de aniquilación y mezclan la tradición vasca con instrumentos como el piano.
Kepa Junkera
Kepa Junkera (trikitixa), Iñaki Plaza (txalaparta, pandero, cajón y tabla), Ion Garmendia (txalaparta, pandero y alboka), Dani Tomás (guitarras), Kike Mora (bajo), Kepa Calvo (batería) y Alain Bonnin (piano). Sala Heineken. Madrid, 18 de diciembre.
Cuando llevaba dos horas dándole sin desmayo al fuelle, con callos en dedos y antebrazo, y ya las palmas andaban calientes, se sacó de la manga a La Musgaña. Juntos recordaron a Carlos e Igor, del grupo Felpeyu, y al periodista Xavier Rekalde, fallecidos en accidentes de tráfico. Fue una dedicatoria tan campechana y vital como Kepa Junkera en un escenario.