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Cisma de los conservadores de la Iglesia episcopaliana de Estados Unidos

Dos congregaciones de Virginia se escinden por oponerse a la tolerancia con los gays

Dos congregaciones de la Iglesia anglicana de EE UU, denominada episcopaliana, han votado a favor de situarse bajo la autoridad del arzobispo anglicano de Nigeria, Peter Akinola, un destacado opositor a la ordenación de curas gays. Con ello se cumplen las amenazas de cisma que en 2003 cobraron fuerza entre los sectores conservadores de esta comunidad con motivo del nombramiento de Gene Robinson como primer obispo homosexual de los anglicanos de EE UU. Esta Iglesia tiene 2,3 millones de fieles en EE UU y 77 millones de seguidores en todo el mundo.

Las Iglesias de Truro y Falls, dos comunidades anglicanas del estado de Virginia, claves tanto por su papel histórico como su peso económico y su influencia en las élites políticas en Washington, votaron ayer a favor de desligarse de los episcopalianos y situarse bajo la autoridad del arzobispo Akinola, que encabeza en Nigeria una comunidad anglicana de 17 millones de fieles. Varias congregaciones episcopalianas ya han abandonado la Iglesia nacional, pero ninguna hasta ahora con el prestigio de Truro o Falls.

Además, de las tensiones creadas por el nombramiento del obispo Gene Robinson, divorciado de la madre de sus dos hijas y que no oculta su convivencia con su actual novio -Mark Andrew, con quien lleva 13 años-, la Iglesia episcopaliana se ha convertido en escenario de agrios enfrentamientos entre los partidarios y opositores de que las parejas homosexuales puedan unirse en matrimonio o de que las mujeres, además de ser ordenadas sacerdotes, puedan ocupar puestos en la dirección eclesial.

La elección de la obispo de Nevada Katharine Jefferts Schori, el pasado junio, para liderar su confesión, fue para los críticos la gota que colmó el vaso tras la grave tormenta provocada por la decisión de la Convención Nacional de Obispos anglicanos en agosto de 2003 de dar opción a sus párrocos para que celebrasen "ceremonias de unión entre personas del mismo sexo". Jeffert Schori, de 52 años, casada y con una hija, sucedió al obispo Frank T. Griswold, que se retiró tras nueve años en el cargo. A diferencia de la Iglesia católica, la episcopaliana no tiene una estructura jerárquica vertical y por tanto, las decisiones del sínodo de EE UU son vinculantes sólo para su territorio.

Las dos congregaciones que acaban de abandonar la autoridad de la comunidad estadounidense podrían convertirse en el centro de una batalla legal para establecer quién mantendrá sus propiedades que en ahora están valoradas en 27 millones de dólares -20,65 millones de euros-.

Si su ejemplo cundiese y lograsen arrastrar a las ocho iglesias de la diócesis de Virginia, la principal diócesis episcopaliana de EE UU, perderá cerca del 10% de sus 90.000 miembros. De hecho, cuatro iglesias de Virginia ya han votado por la secesión y otras dos se espera que lo hagan en breve, según aseguró Patrick Getlein, secretario de dicha diócesis.

Los portavoces de ambas congregaciones han declarado que con su alianza con las comunidades más pobres de África, Asia y Latinoamérica, con las que comparten su visión conservadora ante la homosexualidad, pretenden impulsar una nueva rama estadounidense que pueda competir e, incluso, suplantar a la Iglesia episcopaliana en la comunidad anglicana internacional. Para ello planean crear una confederación de estas iglesias nacionales que tienen su origen en la Iglesia de Inglaterra liderada por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. "La nave episcopaliana está en apuros", dijo ayer John Yates, uno de los responsables de la Iglesia de Falls.

Gestiones en Canterbury

Por su parte, el arzobispo de Canterbury está desplegando numerosas gestiones para neutralizar la rebelión procedente de los diversos frentes del bloque conservador. La pasada semana, sacerdotes conservadores de la Iglesia de Inglaterra le advirtieron de que también podrían salirse de la comunidad si no les permitía obviar a los obispos liberales y situarse bajo la autoridad de los conservadores.

La Diócesis de Virginia está liderada por el obispo Peter James Lee, el obispo episcopaliano más veterano y que se ha distinguido por una equidistancia entre los dos sectores en conflicto, al intentar mostrarse receptivo con las congregaciones en discordia que ha intentado por todos los medios mantener en el redil. De hecho, Lee ha realizado concesiones a las que otros obispos no hubiesen accedido como consentir que las iglesias rebeldes mantuviesen su representación en los consejos diocesanos a pesar de haber dejado de contribuir al presupuesto diocesano para manifestar su protesta. Cuando algunas de estas iglesias se negaron a que este obispo realizase confirmaciones en sus parroquias, hizo que se desplazasen allí para ocupar su puesto el ex arzobispo de Canterbury, conocido por su talante conservador.

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