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Abbas mantiene su órdago y se reúne con la Comisión Electoral Central

El presidente palestino, Mahmud Abbas, y su partido, Fatah, han lanzado un órdago. Y Hamás y su Gobierno no se amilanan. El mandatario se reunió ayer con funcionarios de la Comisión Electoral Central para iniciar los preparativos de las elecciones anticipadas que anunció estar dispuesto a convocar. Serán necesarios, según los técnicos electorales, cuatro meses como mínimo para preparar la cita con las urnas. Poco le importan esos plazos al primer ministro, Ismail Haniya, que insistió en que su partido no concurrirá a la pelea electoral.

"El Gobierno palestino rechaza el llamamiento para celebrar elecciones porque es inconstitucional y puede conducir a graves disturbios en los territorios palestinos", declaró Haniya. En efecto, la Ley Básica Palestina nada prescribe sobre la posibilidad de las elecciones anticipadas y menos aún sobre la legitimidad del presidente para disolver el Parlamento.

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Sin embargo, Abbas ha decidido saltarse la legislación. Como ha hecho en meses pasados respecto a las competencias sobre los cuerpos de seguridad, entre otras. En 2003, Yasir Arafat, encerrado en la sede de la presidencia en Ramala, dirigía la Autoridad Nacional Palestina. Pero Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional se empeñaron en desmontar su base de poder.

Nada mejor que modificar la Ley Básica para crear la figura del primer ministro y traspasar las competencias en materia policial al flamante jefe de Gobierno. Fue precisamente Abbas quien las asumió. Pero a partir de marzo de este año, nada más formar Hamás Gobierno, el líder de Fatah comenzó a emitir decretos para recuperar esas competencias para el presidente. Es decir, para él.

Ejercicio de hipocresía

Los islamistas observan la decisión de Abbas de llamar a las urnas como un ejercicio de hipocresía. Estados Unidos y Reino Unido -Blair tiene previsto visitar hoy al presidente en la Mukata de Ramala- respaldan la polémica decisión. Curiosamente, también Washington presionó con firmeza a Abbas y al Gobierno del entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, para que permitieran a Hamás participar en las elecciones del 25 de enero pasado. Claro que no esperaban su arrollador triunfo, que les otorgó 74 de los 132 escaños de la Cámara. Ahora Washington y Londres dan la bienvenida a las nuevas elecciones y opinan que ello contribuirá a aliviar el embargo económico y la tensión en los territorios palestinos. Los pronósticos de todos los expertos apuntan justo a lo contrario.

Paradójicamente, si Mahmud Abbas disuelve finalmente el Gobierno islamista y promulga el decreto de convocatoria, tendría que renunciar al puesto en esa misma fecha. Y ello supondría entregar el cargo, según el mandato constitucional, al presidente del Parlamento, que no es otro que Abdelaziz Dueik, uno de los dirigentes de Hamás encarcelado en una prisión israelí.

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