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Reportaje:

Sexo azul a las seis de la mañana

Los jóvenes comienzan a utilizar Viagra para corregir su impotencia tras una noche con exceso de drogas y alcohol

Cuando los farmacólogos de la empresa Pfizer probaron la pastilla azul que acababan de diseñar para mejorar la circulación sanguínea, se dieron cuenta de que sus efectos actuaban más sobre la vida sexual de los hombres que sobre el corazón. Corrían los primeros años de la década de los noventa y el sildenafil, más conocido por su nombre en el mercado, Viagra, revolucionó la vida de millones de personas que sufrían problemas de impotencia.

Las consecuencias de aquella chiripa científica se han ido repitiendo desde entonces y hoy la pastilla con forma de rombo y sus competidoras, Cialis y Levitra, son drogas consumidas no sólo por señores de cuarenta y tantos años o más con disfunción eréctil, sino por toda clase de gente que la usa para potenciar sus relaciones sexuales.

"A veces la usan porque han abusado del alcohol y tienen miedo a fallar en la cama"
"La utilicé por experimentar. Fue una noche larga. Tuve una erección enorme durante mucho tiempo"

Ángel tiene 29 años. Su organismo funciona a la perfección y sus relaciones sexuales son satisfactorias sin necesidad de utilizar la pastilla milagrosa. Sin embargo, en ocasiones ha recurrido a ella. "Simplemente por probar", asegura. "Se me presentó la ocasión y la verdad es que fue muy bien. Un amigo me dio tres pastillas. Las fraccioné y las usé con mi novia. La primera vez sin avisarla. La verdad es que fue una noche muy larga y sus efectos fueron sorprendentes. Tuve una erección enorme que pude aguantar durante mucho más tiempo del habitual", relata.

El amigo que se las pasó es, en palabras de Ángel, "un fiestero con pasta que suele consumir otras drogas". "Él las tenía porque las usaba para compensar los efectos de las otras drogas que se metía. Así lo tenía todo. El efecto de las drogas y el de la Viagra", cuenta Ángel.

Ése es uno de los perfiles del consumidor de Viagra que puede encontrarse en todas las grandes discotecas y afters de la capital. "A veces son hombres que han conseguido ligar después de una noche en la que han abusado del alcohol y otras drogas y tienen miedo de quedar mal en la cama", explica Raúl, nombre supuesto de un andaluz de 34 años que alterna trabajos de camarero en bares de copas con el trapicheo de drogas, sobre todo sintéticas. Él mismo se define como un camello de fin de semana y asegura que desde hace algo más de un año ha incorporado este tipo de sustancias a su oferta. La Viagra, el Cialis o la Levitra son una pequeña parte de su negocio, "casi un extra". El precio de la pastilla depende de la hora. "Cuando es muy tarde o muy temprano, por la mañana, he llegado a vender una de 10 miligramos por 20 euros [en la farmacia cuesta 10]", asegura.

Además de los que la piden de urgencia al final de la noche, Raúl habla de dos perfiles más. Uno es el de los jóvenes que comparten la pastilla "como si fuera una droga más": "La verdad, no sé qué le ven". "El otro", concluye Raúl, "es el de los que yo llamo previsores: los que se la toman al principio de la noche por si cae algo".

El sexólogo Carlos San Martín alerta del uso de estos medicamentos obtenidos sin receta y explica que su uso está diseñado exclusivamente para pacientes con disfunción eréctil. Pese a ello, reconoce que a su consulta acuden jóvenes cuyos problemas de erección no se deben a un mal funcionamiento del pene. "A veces el problema no es orgánico sino psicológico. Algunos padecen de estrés o tienen miedo al fracaso. En estos casos el medicamento puede ayudar a estar a la altura de las circunstancias porque les proporciona confianza", explica.

El miedo a fallar puede ser un problema mucho mayor si uno se dedica, por ejemplo, al cine porno. En ese mundo es conocida la anécdota del joven principiante que se presentó a un casting con los ojos hasta arriba de Viagra. El director notó de lejos el truco y se quejó de la falta de dotes interpretativas en la nueva hornada de actores. "Los que nos consideramos profesionales no solemos recurrir a esto", afirma el actor Max Cortés. "Yo la probé una vez con mi pareja. Me dolió mucho la cabeza y no me funcionó. A mí no me parece mal el uso del Viagra. Lo que no entiendo es esta obsesión por ser todos unos superhombres. A veces veo a chavales que después de currar todo el día se matan en el gimnasio tomando pastillas para estar más cachas. Y luego éstas para funcionar en la cama. No podemos estar todo el día compitiendo", concluye.

Detrás de la competitividad, el miedo al fracaso y a no responder a la reivindicación del placer por parte de la mujer reside el éxito de los usos no médicos del Viagra, según los expertos. Paco Campos, también de la industria del porno, añade otra razón: "Es la droga de moda. Nadie teme decir que la toma".

El encumbramiento del Viagra a la categoría de icono de la modernidad es algo perceptible en camisetas, pósters y hasta joyas como el anillo porta viagras, un pedrusco de 14 quilates que se vende en la Red por 400 dólares. Contiene un recipiente con la forma en rombo de la pastilla y se ha hecho popular entre raperos y algunas estrellas de los espectáculos eróticos. "Es un símbolo de nuestro tiempo, pero son los hombres los que lo han convertido en eso", comenta una famosa actriz porno que prefiere no dar su nombre. "Toda esa ostentación sugiere que están asustados. No está mal que lo usen, pero a ver si les queda claro que nosotras no nos comemos a nadie".

"Busco Viagra para este viernes"

"Busco Viagra urgente para este viernes", dice uno de los miles de anuncios colgados en la Red. ¿Conseguirá el anunciante a su proveedor? Y en ese caso, ¿cómo sabrá que no le dan gato por liebre?Pfeizer, Lilly y Bayern son las tres empresas farmacéuticas que comercializan medicamentos vasoconstrictores que hacen fluir la sangre dentro del pene con mayor efectividad: Viagra, Cialis y Levitra, respectivamente. Las tres compañías coinciden en señalar que la falsificación de sus productos y el mercado negro son los dos problemas con los que se están encontrando. "De ahí que sea necesario insistir al consumidor que sólo lo obtenga con receta médica. En una discoteca a altas horas de la noche nadie sabe lo que se está tomando", advierte el director médico de Lilly, José Antonio Sacristán.Pese a que los prospectos de los tres medicamentos dejan claro que sólo están indicados para pacientes con disfunción eréctil, las compañías reconocen que la calle le ha dado otros usos. "Lo sabemos, pero no lo tenemos estudiado. Puede ser peligroso", insiste Sacristán.Para luchar contra el mercado negro, Pfeizer se ha unido con Microsoft para denunciar conjuntamente a las empresas que venden Viagra en Internet, culpables en muchos casos de los millones de spam (correo basura) que cada día llegan a los correos electrónicos. "Los últimos datos europeos indican que la falsificación de nuestro producto ha aumentado un 45% desde 2003 y que Viagra es uno de los productos estrella de los falsificadores", señala un portavoz de la compañía. La OMS señaló recientemente que la mitad de los fármacos que se venden en la Red son totalmente falsos.

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