La UE cierra la puerta
Los Veinticinco han decidido hacer una pausa indefinida en la ampliación de la UE, al menos hasta que resuelvan sus problemas institucionales internos. Y la solución no llegará hasta 2008. Lo podían haber pensado antes de lanzarse a la última y desordenada ampliación. El Consejo Europeo decidió ayer en Bruselas que, salvo Bulgaria y Rumania que ingresan el próximo 1 de enero, y Croacia, con la que están abiertas negociaciones de adhesión, las futuras ampliaciones deberán responder a los tres principios de "consolidación, condicionalidad y comunicación", lo que significa que la UE debe disponer de capacidad de absorción, sus ciudadanos desearlo y los aspirantes estar capacitados. Con Turquía, el proceso ya está frenado. Con los Balcanes occidentales se les asegura que el corazón europeo les está abierto, pero no las puertas. Y frente a Rusia, Polonia sigue bloqueando el nuevo acuerdo estratégico de la UE.
Internamente, hasta pasadas las elecciones presidenciales y legislativas francesas en la primavera de 2007, no empezará a despejarse la cuestión de qué hacer con la Constitución Europea y la reforma institucional que conlleva y que es imprescindible con ampliación o sin ella. Todos están trabajando ya en esta cuestión. La presidencia alemana debe hacer una propuesta en el Consejo Europeo de junio próximo, pero la solución no llegará hasta el turno francés en el segundo semestre de 2008.
España ha convocado una cumbre para el 26 de enero en Madrid con los 18 países que han ratificado ya la Constitución. Entre ellos está la propia Alemania, con un problema añadido: su Tribunal Constitucional ha dejado en suspenso la firma por el presidente del país de la ratificación del Tratado al opinar que el texto va a cambiar. Y ése es el secreto a voces: habrá que cambiar la Constitución para que la puedan aprobar sin un nuevo referéndum no sólo los franceses y los holandeses, sino también británicos, polacos y otros.
Quedan, pues, dos años más de incertidumbre institucional. Y sin embargo, la UE no está varada. Ayer lo demostró al adoptar por vez primera algo que Zapatero ha estado impulsando: una política global de inmigración, con el refuerzo de las patrullas marítimas, la cooperación de los países de origen y un mayor esfuerzo de los Veinticinco ante un problema que se considera ya común, y que hay que abordar desde "la solidaridad, la confianza mutua y la responsabilidad compartida". En el fondo se trata también de cerrar puertas, en este caso a los ilegales. Aunque se prometen los medios necesarios, faltan aún las dotaciones y que los miembros cooperen realmente. A la vez, la UE vuelve a mirar a África en busca de una asociación estratégica, con una segunda cumbre euroafricana finalmente, tras tres años de demora, prevista para 2007. Pero España ha forzado un cambio de mentalidad de la UE en esta enorme temática, y esto ya es mucho.
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