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Reportaje:

Un barrio ciego

Las calles del Zofío llevan tres meses sin luz a causa del robo de cable del alumbrado, y los chavales tienen que entrenar a oscuras

Daniel Verdú

Los chavales del barrio del Zofío, en Usera, están desarrollando una increíble capacidad para jugar al fútbol a oscuras. Donde otros no verían más que sombras de un metro y medio corriendo por un campo de arena, ellos pueden ver desmarques, fueras de juego y porteros adelantados para colarles una vaselina. Desde hace tres meses su barrio está a oscuras. Alguien arranca por las noches el cable de las farolas para vender el cobre del que están hechos. Y en esas, el Ayuntamiento ha tardado tres meses en empezar a reponerlo. Tres meses ciegos para el barrio del Zofío.

"Tratamos de que los chicos lleven colores vistosos y usamos conos de color blanco", explica Miguel, el entrenador de uno de los equipos del barrio, donde juegan unos 300 jóvenes. "Pero a veces se confunden y no saben ni quién va en su equipo", añade. Algunas veces, los operarios que trabajan en las obras del intercambiador de la plaza Elíptica, junto al campo de fútbol, "se enrollan" y alumbran con sus focos los entrenamientos de los chicos.

Arrancan los cables de las cajas de registro de las farolas y se llevan un kilómetro de cobre

Las canchas de baloncesto y varias calles de la zona están igual. Las tapas del alumbrado público están levantadas y en la base de muchas farolas cuelgan los cables arrancados. En el suelo, junto a algunas, todavía quedan trozos del plástico que recubre los cables y que los ladrones han dejado tirados al pelarlos para extraer el cobre.

"Si ya es difícil tener a los chicos enganchados al deporte, en estas condiciones es prácticamente imposible. Algunos están empezando a darse de baja", lamenta Francisco Rodríguez, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio de Zofío. Francisco camina por una de las calles de su barrio mostrando como están de oscuras algunas zonas. "Esto es una dejación total por parte del Ayuntamiento. Si hubiera ocurrido en el centro de Madrid, no hubiese durado ni un día", protesta. "La periferia no entra dentro del proyecto del Alcalde. Mientras nosotros estamos a oscuras, en la Gran Vía lucen todos los adornos navideños. Creo que debería haber prioridades".

Y el Ayuntamiento las tiene, pero creen que no es algo tan fácil de solucionar. "Estamos desbordados. Hemos cuadruplicado los efectivos para reponer el cableado. Pero en cuatro distritos del sur (Villaverde, Usera, Vallecas y Carabanchel) han robado el 90% del cable", explica Fermín Oslé, director general de Equipamientos Urbanos. En total, un millón y medio de metros robados. La distancia entre Madrid y París.

"Puede parecer que un barrio lleva tres meses sin luz, pero a veces hemos repuesto el cable y en 48 horas lo habían arrancado otra vez. Entonces, esa zona debe entrar de nuevo en el proceso", añade. El Ayuntamiento sigue sin tener novedades sobre la autoría de los robos y se remiten a la Delegación del Gobierno. En cualquier caso, han empezado a soldar las tapas del alumbrado público para dificultar el trabajo a los ladrones. Pero a pesar de la medida, siguen arrancándolas y creando destrozos mayores. "También estamos estudiando la posibilidad de usar otros materiales conductores como el aluminio. Pero, quién sabe, luego sube su precio y empezamos otra vez", explica Oslé.

Los ladrones llegan por la noche. Arrancan los cables de las cajas de registro de las farolas, levantan las tapas del pavimento y enganchan el cable al parachoques trasero de un vehículo. Arrancan, y facilito, se llevan un kilómetro de cable de cobre de una tirada.

Luego, los ladrones venden el cobre ya limpio de plástico en chatarrerías, donde su precio puede alcanzar hoy los 7 euros, el doble de lo que hace un año.

El grupo socialista en el Ayuntamiento se sumó ayer también a las críticas al consistorio. "Queremos saber a qué se destinan los 32 millones que pagamos los madrileños por el mantenimiento del alumbrado", exigió el portavoz municipal, Óscar Iglesias.

A las seis de la tarde, el Zofío se queda a oscuras. Mientras parejas de jubilados bailan alegremente dentro de un hogar para mayores, varios chavales apuran los últimos claros de luz para encestar el balón. "Ahora ya nos estamos acostumbrando. En septiembre, cuando se hacía de noche más tarde, todavía podíamos apurar un poco más los partidos, pero ahora no nos queda más remedio que abrir bien los ojos", cuentan unos chicos.

Los vecinos están hartos, atribuyen su desdicha a su condición de periféricos. "Este barrio necesita un plan de inversiones extraordinarias. El año pasado estuvimos negociando con el Ayuntamiento. Pero, tras las conversaciones, dijeron que nos darían una suma que ya constaba en los presupuestos ordinarios", recuerda Francisco.

En una de las calles afectadas por el robo de cables, en la llamada Colonia de los Cereales, luce el flamante pabellón deportivo Jesús Rollán. Terminó de construirse hace varios meses, pero el Ayuntamiento no lo ha inaugurado porque, dicen, estaban acabando de contratar al personal. "Esto lleva terminado mucho tiempo. ¿Por qué no lo inauguran? ¿Por qué esperan a que se acerquen las elecciones?", se pregunta Francisco. "Si quiere venir a hacerse la foto, nos parece bien. Pero que nos dejen utilizarlo hasta entonces".

El próximo martes, el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, acudirá al lugar para inaugurar la instalación deportiva. "Le estamos esperando. Le recibiremos con tomates", advierte Isabel, la dueña de una papelería de la zona.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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