Domesticar los océanos
El científico Carlos Duarte denuncia el deterioro que sufre el mar en la entrega de diplomas de la Escuela UAM / EL PAÍS y la Fundación BBVA
El siglo XXI marcará el fin de las pesquerías y el inicio del cultivo del océano. Domesticar la biodiversidad marina permitirá alimentar a los 9.000 millones de personas que poblarán la Tierra en el año 2075. Hasta ahora, una de cada mil especies animales marinas se explota en acuicultura, pero el desafío consiste en saber si la producción de alimentos marinos podrá mantener el ritmo de aumento necesario. Éste es el gran interrogante que ayer planteó el investigador Carlos Duarte, especialista en ciencias del mar, durante la entrega de diplomas de los cursos de periodismo especializado 2006 impartidos por la Escuela de Periodismo UAM / EL PAÍS y la Fundación BBVA.
El acto estuvo presidido por el presidente de la Fundación BBVA, Francisco González; el vicepresidente del Grupo PRISA, Ignacio Polanco, y el rector de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Ángel Gabilondo, las tres instituciones que colaboran en el desarrollo de estos cursos, que ofrecen una formación intensiva en distintas ramas del periodismo (científico, económico, electrónico y de precisión, internacional y medioambiental).
Bajo el título Océano y sociedad en un planeta cambiante, Duarte sostuvo que
el mar está llamado a jugar un papel fundamental en el futuro de la humanidad como suministrador de alimento, agua y energía. Pero el cambio climático amenaza con alterar su ecosistema. El calentamiento global ha provocado ya la depauperación de los océanos: ha diezmado las pesquerías, acelerado la proliferación de especies invasoras y mermado las praderas submarinas, los arrecifes de coral y los manglares.
Duarte, profesor del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, describió cómo los avances tecnológicos y el aumento demográfico durante el siglo pasado han afectado a la biosfera. Hasta el punto de que la Tierra ha entrado en una nueva era, que los científicos denominan Antropoceno. Una de sus consecuencias es calentamiento del planeta. "La pérdida de la placa de hielo Ártico es 18 veces mayor que en las últimas décadas y en 2100 podría desaparecer", dijo. Este proceso afecta al funcionamiento de la cinta transportadora de calor. "Si se detiene el tráfico de calor, la temperatura del hemisferio Norte bajaría nueve grados y en el Sur subiría dos". El ecosistema sufriría un "deterioro irreversible".
Tanto el González como Polanco expresaron ayer su voluntad de seguir colaborando en un proyecto que este año ha permitido a 200 alumnos universitarios participar en los nueve talleres de periodismo especializado. Cinco de estos cursos han sido coorganizados por la Fundación BBVA. Polanco apostó por dar a este proyecto un carácter "estable y permanente" y recordó que la creación de la Escuela de Periodismo -que ha cumplido ya 20 años- respondió a la necesidad de contar con periodistas formados "en unos valores profesionales y deontológicos muy precisos". Agregó que un medio de comunicación como PRISA encuentra buena parte de su valor añadido en "la calidad de los contenidos que proporciona a sus usuarios, sean éstos lectores, oyentes o telespectadores. Y para que esos contenidos sean óptimos, los periodistas que los elaboran deben tener una buena formación".
Francisco González subrayó la labor "particularmente necesaria" de los medios de comunicación en una sociedad sometida a continuos procesos de cambio. Ángel Gabilondo defendió un periodismo "que no dé noticias" sino que "informe y forme", con audacia, valoración y juicio crítico. El director de la Escuela de Periodismo UAM / EL PAÍS, Joaquín Estefanía, afirmó que la profesión se encuentra hoy en una coyuntura de incertidumbre, provocada en parte por la irrupción de Internet. Aunque, alertó, "no todo lo que aparece en Internet como información es periodismo".
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