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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Le Pen incorpora el color

Un cartel electoral del Frente Nacional francés muestra a una joven inmigrante

"Nacionalidad, asimilación, movilidad social, laicidad. Derecha/Izquierda. ¡Lo han roto todo!", proclaman los carteles del Frente Nacional (FN) para las elecciones presidenciales francesas. Uno de ellos lo protagoniza una chica joven que con su pulgar señala hacia abajo en un claro gesto de desaprobación. Lleva un piercing en el labio, el ombligo al aire y tiene la tez morena y el pelo rizado. Podría ser de origen magrebí o tal vez mestiza. En cualquier caso no es blanca.

Fue Marine Le Pen, la hija del líder de la formación ultraderechista, Jean-Marie Le Pen, y directora estratégica de su campaña electoral -verdadera número dos del partido-, la encargada de presentar esta sorprendente imagen, auténtica pirueta para la formación más abiertamente xenófoba de Francia, cuyo principal dirigente ha sido condenado en firme por los tribunales en más de una ocasión por "provocar el odio racial".

Pero Marine Le Pen, de 38 años, que está decidida a cambiar la imagen del FN, o al menos abrirla a otros sectores sociales, definió a la protagonista del cartel como "una francesa de origen inmigrante" o "una francesa de ultramar", que "naturalmente tiene su sitio" en la campaña del FN. "En este cartel", explicó, "se evocan todos los aspectos en los que tanto la izquierda como la derecha han fracasado. Un buen número de franceses originarios de la inmigración son conscientes de este fracaso y esperan conseguir respuestas, y muchos de entre ellos se vuelven hacia el candidato Jean-Marie Le Pen para obtenerlas".

No es el primer gesto del FN en este sentido, ni resulta imposible que determinados franceses de origen no europeo se identifiquen con las tesis lepenistas y quieran así distanciarse de los estereotipos que les atribuye la mayoría social. En Internet, ayer, había numerosos comentarios en este sentido, como uno que decía estar "harto de ser insultado a causa de las faltas de los otros" y anunciaba su voto para el FN. De hecho, el pasado mes de septiembre, fue el propio Jean-Marie Le Pen quien llamó a "los franceses de origen extranjero" a unirse a su causa, cuando lanzó su enésimo asalto al palacio del Elíseo, esta vez en el campo donde tuvo lugar la batalla de Valmy en 1792, decisiva para el triunfo de la Revolución Francesa.

Poco después, el humorista Dieudonne, un personaje provocador, hijo de madre bretona y padre camerunés, con un pasado de izquierdas que le llevó incluso a enfrentarse electoralmente a Le Pen, acudió a un mitin del Frente Nacional rodeado por las cámaras. Y lo justificó en el sentido de que se trata de un partido como cualquier otro. Dieudonne, en su defensa de los derechos de los negros, acusa al "lobby sionista" de cultivar "la unicidad del sufrimiento" y considera "pornografía de la memoria" las conmemoraciones del Holocausto.

El problema de la estrategia de Marine Le Pen, sin embargo, es que su concepto de la sociedad francesa no es exactamente el que tiene la vieja guardia xenófoba del FN, que ya ha mostrado su descontento con el giro que está tomando esta campaña. Las encuestas atribuyen al FN entre un 10% y un 15% de intención de voto. En 2002, Le Pen pasó a la segunda vuelta.

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