_
_
_
_
_

Un 'barón' socialista se retira en favor de Ségolène Royal

La carrera de las presidenciales francesas parte con empate entre los dos principales partidos

Jean-Pierre Chevènement, ex ministro del Interior y uno de los pesos pesados del socialismo francés, se retiró el domingo de la carrera presidencial en favor de la candidata oficial de su partido, Ségolène Royal. El panorama de las presidenciales de la próxima primavera aparece cada vez más definido: Royal y el líder de la derecha, Nicolas Sarkozy, no dejan espacio para la sorpresa. Una encuesta publicada ayer por Le Figaro les sitúa empatados con un 33% de intención de voto en primera vuelta.

El recuerdo del trauma de 2002 pesa fuertemente sobre la sociedad francesa. La dispersión del voto que provocó la insólita segunda vuelta de las elecciones presidenciales que oponía al conservador Jacques Chirac al ultraderechista Jean-Marie Le Pen, del Frente Nacional, no parece que vuelva a producirse en primavera. La encuesta del diario Le Figaro sitúa a Le Pen en tercera posición, con un 11,5%, seguido por el centrista François Bayrou, con un 8%. Todos los demás candidatos obtienen porcentajes por debajo del 5%.

A poco más de cuatro meses de la primera vuelta, el paisaje político que se va configurando se parece muy poco al de hace cinco años. Royal recibía el domingo la pleitesía del último de los notables socialistas que aún no se habían subido a su candidatura. Jean-Pierre Chevènement, el hombre que, con su escisión, contribuyó grandemente al fracaso de la candidatura de Lionel Jospin en 2002, anunciaba el domingo que se retiraba de la carrera presidencial y que daba su apoyo a la candidata oficial del Partido Socialista francés (PS).

"Nadie me ha forzado a ser candidato, nadie me fuerza a retirar mi candidatura", explicó Chevènement. Muestra de su pérdida de estatura política, tan sólo obtenía a cambio algunos escaños para su partido, el Movimiento Republicano Ciudadano (MCR) en las legislativas de junio de 2002. Y el reconocimiento de Royal, que le dio la bienvenida. "Compartimos los mismos valores, las mismas convicciones y el mismo rigor", dijo.

Paralelamente, el conglomerado de partidos que se sitúa a la izquierda del PS, desde los comunistas hasta las distintas formaciones trotskistas, pasando por los antiglobalizadores y, en general, todos los que se reclaman herederos del no a la Constitución europea en mayo de 2005, fracasaban en su intento de articular una candidatura "antiliberal" en la que también encontraran acomodo los ecologistas radicales encabezados por el líder campesino José Bové.

Unos 1.500 delegados de 500 colectivos, reunidos en una localidad de la periferia parisiense durante el fin de semana, fracasaron en el intento de elegir a un candidato unitario. La tradicional polarización de la extrema izquierda hizo imposible el acuerdo. "Nuestras reuniones son el delirio", comentaba la teniente de alcalde de París Clémentine Autain, una independiente próxima al Partido Comunista (PCF). "Estamos de acuerdo sobre nuestras 125 proposiciones, pero no conseguimos coincidir en el nombre de nuestro candidato". De momento, lo único que ha quedado claro es que la secretaria del PC, Marie-George Buffet, está descartada.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Las encuestas, sin embargo, atribuyen a la extrema izquierda un potencial de votos en torno al 12%. El problema es que, por una parte, muchos de los candidatos potenciales difícilmente conseguirán las 500 firmas de alcaldes necesarias para presentar su candidatura y, por otro, que la unificación total parece imposible. Las dos formaciones trotskistas son irreconciliables. Olivier Besancenot nunca se integrará en la candidatura de la veterana Alette Laguiller, y viceversa. Y el problema es que cada uno de ellos supera el 3% en los sondeos.

La encuesta de ayer en Le Figaro, que llega justo antes de la previsible tregua navideña, es significativa. Muestra que Francia se inclina claramente hacia la derecha por un 55% frente a un 45%, y que la división política del país permanece estable respecto a 2002, cuando la izquierda se hizo con un 43% de los votos. La diferencia la marca el hecho de que el Frente Nacional ha quedado hasta ahora descartado para cualquier tipo de pactos.

También muestra que a Royal no parecen hacerle mella los ataques de la derecha, como la forzada polémica en torno a su reciente viaje a Oriente Próximo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_