La vuelta al día en 80 mundos

Si es que no les pueden pasar más cosas, no sé si me explico. La versión de Paco Mir sobre Los sobrinos del capitán Grant se estrenó en 2001 en el teatro de la Zarzuela y se repuso hace un par de años. Ahora vuelve, hasta el 14 de enero, con algunos chistes añadidos. La reposición es afortunada, pues no es fácil encontrar un espectáculo tan divertido, imaginativo, delirante y fresco. Muchos padres llevaron a sus hijos ya en la primera representación, y las más de tres horas de duración no representaron ningún obstáculo para una fiesta permanente. Es, digámoslo de entrada, una de esas citas imprescindibles para ir en familia estos días navideños y recuperar el placer del teatro y de la música.

Porque se trata, en primer lugar, de un espectáculo en el que la música y el teatro van de la mano. La fluidez narrativa se apoya en la inteligencia. No es cuestión de medios materiales puestos al servicio de la obra, sino más bien de imaginación. En primer lugar, por parte de los artistas implicados. Millán Salcedo, por ejemplo, está inmenso en el personaje de Mochila, y no tanto por su fabulosa capacidad cómica, sino por su habilidad en echarse a las espaldas el peso de la historia, casi sin que se note. Pero también Milagros Martín o María Rey-Joly están que se salen en un duelo "español-escocés" desternillante. O Ana Santamarina, una portera que simplemente con un acento convierte el nombre de un barco -Escocia- en una alusión erótica -escocía-. O Richard Collins-Moore, gracioso sin pasarse en la caricatura inglesa. O Fernando Conde, despistado hasta la desesperación, salvo cuando el espíritu de supervivencia aconseja lo contrario.

Carcajadas

La orquesta está en su sitio a las órdenes de Miguel Roa, y asimismo el coro responde con excelencia y un punto de perversidad inocente en la escena "chilena". El ballet acuático es, desde una perspectiva de fábula, sencillamente deslumbrante, y la parodia militar argentina-paraguaya provoca carcajadas por su lucidez inmediata.

En su apariencia de zarzuela de aventuras, Los sobrinos del capitán Grant, en la versión de Paco Mir, pone de manifiesto la posibilidad de abordar -y conseguir- un espectáculo de entretenimiento para todos los públicos, con un equilibrio inusual entre la comicidad estática y la acción, el lenguaje gestual y las variaciones lingüísticas, lo popular y lo actual. Es un espectáculo tradicional y moderno a la vez, es decir, imperecedero. Demuestra que el talento es posible en el ejercicio teatral-musical, y rinde homenaje a la recuperación de la infancia, pero sin ninguna concesión a la facilidad o la evidencia. Pocas veces tiene uno la posibilidad, como en esta ocasión, de dar la vuelta al día en 80 mundos.