Air Madrid, aterriza como...
Rojem egile, neib egile, se dijo Juan Urbano, mientras acababa su desayuno en una cafetería de la calle de Fuencarral. No es que hablase un idioma remoto, por arte de magia, ni que hubiera perdido el juicio de repente, sino que acababa de pronunciar al revés la publicidad de la compañía Air Madrid, "Elige bien, elige mejor", para ver si así decía la verdad. Porque, a la luz de las noticias que llegaban del aeropuerto de Barajas, parece que no sólo es que el reclamo sea una mentira de 19 patas, sino que los aviones de esa empresa son el camino más largo posible entre la palabra "cliente" y la palabra "pasajero".
Por lo que se dice, vas al mostrador, pagas un billete y ya puedes rezar para que el vuelo salga sólo con día y medio de retraso, porque ésa es la opción buena: la mala es que después de tenerte deambulando 72 horas por la terminal, sin darte muchas explicaciones y tratándote como a ganado huido de un camión, te declaren persona non grata y no te dejen embarcar.
Parece increíble, pero eso es justo lo que le pasó a ocho ciudadanos de Ecuador a los que Air Madrid acusa de "montar jaleo" y lanzar monedas a su personal y el cónsul de su país considera víctimas de una mezquina represalia: según su teoría, sus compatriotas fueron vetados por poner una reclamación contra Air Madrid y por denunciar a la prensa el abuso que sufrían.
El diplomático asegura, además, que cuando telefoneó a la dirección de la aerolínea para interesarse por el asunto, le respondieron "que les daba igual quién fuera y que nadie tenía por qué darme explicaciones".
Qué bárbaro.
¿A quién tiene en la centralita esa gente? ¿A Bocassa? Ya saben, aquel coronel que se proclamó Emperador y Mariscal de Centroáfrica, Apóstol de la Paz y Servidor de Cristo Dios y que, según afirman algunas fuentes, tenía la fea costumbre de comerse a sus súbditos.
Aunque Juan Urbano es prudente por naturaleza y no le gusta formarse opiniones precipitadas, en este caso no tuvo muchas dudas y pensó que preferiría atarse dos cartones a los brazos con cinta aislante e intentar planear por su cuenta antes que comprarle un billete a esa compañía a la que el Ministerio de Fomento está estudiando retirar la licencia y la Dirección General de Aviación Civil ha abierto un expediente a causa de sus continuos incumplimientos de horario.
Sin ir más lejos, anteayer en Barcelona, un vuelo que venía de Guayaquil con 131 pasajeros a bordo y rumbo a Buenos Aires, salió del aeropuerto de El Prat con casi 22 horas de retraso.
Y los damnificados no pueden quejarse, porque les fue dos días y pico mejor que a los non gratos de Madrid, a los que prohibieron viajar por considerarlos "peligrosos".
Tal vez es que en Air Madrid creen que lo contrario de "peligroso" no es "inofensivo", sino "dócil". Quién sabe.
Mientras el último desastre de esa compañía va camino del Ministerio de Fomento, pues el cónsul ecuatoriano ya ha advertido que piensa pedir explicaciones por lo sucedido y por otros casos similares, lo que las personas normales como Juan Urbano se atreven a pensar es que, en el fondo, lo único que hace Air Madrid es multiplicar por 1.000 el desprecio hacia los usuarios que suelen demostrar casi todas las compañías aéreas y hacerlo con toda la impunidad del mundo.
Porque es verdad que de vez en cuando se promueven leyes para defender los derechos de los consumidores, pero también que se cometen cientos de atropellos cada día y son muy pocos los que resultan justamente indemnizados.
Alfredo Bryce Echenique suele contar la historia de cuando él y el novelista Adriano González León llegaron al aeropuerto de México y el autor venezolano descubrió que, aunque él llegaba desde Caracas, su maleta venía desde Londres. Quiso pedir explicaciones. Bryce le dijo: "¿Pero qué más te da, si tu valija ha llegado de todos modos?", González León insistió. Fue a una oficina y le preguntó a un interventor: "Oiga, ¿podría explicarme cómo es que si yo he venido aquí desde Caracas mi maleta ha llegado desde Londres?", Y el interventor levantó la vista, lo miró con cierta severidad y sólo dijo: "¡Precisamente!". Nada más que eso.
A Juan Urbano se le ocurrió que además de ese eslogan de "Elige bien, elige mejor", los responsables de la compañía Air Madrid podrían poner un letrero en la ventanilla de reclamaciones donde sólo estuviera escrito, a modo de respuesta universal, "¡Precisamente!". Sin duda, sería mucho más cierto que el otro, que no te lo crees ni dicho al revés, rojem egile, neib egile.
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