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Entrevista:IGNACIO MENDIOLA | Profesor de Sociología

"Sin mentira no cabe imaginar ninguna relación social"

Ignacio Mendiola (Santurtzi, 1970) defiende que las personas tenemos derecho a la mentira, un lugar donde encontrar refugio frente a los demás. Profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco (UPV), ha recogido sus reflexiones en el libro Elogio de la mentira. En torno a una sociología de la mendicidad (Lengua de Trapo).

Pregunta. ¿Qué le llevó a reflexionar sobre la mentira?

Respuesta. El tema de la mentira entronca con mi tesis sobre los procesos de subjetivación en las sociedades contemporáneas, las formas a través de las cuales el sujeto va tomando una identidad. Estaba escribiendo un libro sobre transgénicos y decidí meterme con la mentira. Fue casi una necesidad de dejar lo que estaba haciendo y ponerme a escribir sobre la mentira. Lo que vi es que la mentira es importante para vivir, no es algo periférico ni algo sobre lo que puedes optar. Sin mentira no cabe imaginar ninguna relación social, no cabe imaginar una sociedad en la que la mentira estuviera negada. La mentira es un refugio en el que el sujeto puede hacer habitable el vivir en sociedad y relacionarse con los demás. Permite que lo social funcione.

"Quedan fuera de elogio las mentiras que borran el rostro de la persona a la que se miente, las que le convierten en un mero instrumento"
"La sociología se tiene que abrir a diferentes campos intelectuales y artísticos, más allá de las cuestiones que la propia sociología dice"

P. ¿Es una aproximación cínica o amoral?

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R. Pretende ser mucho más amoral que cínica. Me he preocupado de enfatizar que el elogio de la mentira no es cínico o banal, ni da pie a emitir cualquier mentira. No es nunca una legitimación de la mentira. Hay que elogiar lo que nos da la mentira, pero siempre tiene que ir en conjunción con la pregunta, con cuestionar qué tipo de escenario abre la mentira, poner en cuestión el relato que abre cada mentira.

P. ¿Por ejemplo?

R. La mentira siempre va dirigida a otra persona o un colectivo. Hay una política de la mentira, un intento de que el otro actúe o piense de una determinada forma. Lo que demanda un elogio es que la mentira nos permite relacionarnos con los demás. Si no, en las relaciones sociales estaríamos completamente expuestos a los demás, seríamos totalmente transparentes, y eso es invivible, pero yo creo que se debe poner todo en cuestión. El pensamiento crítico es cuestionar lo que se presenta como evidente.

P. ¿Qué mentiras quedan fuera del elogio?

R. Las que convierten al otro en un objeto, las que borran el rostro de la persona a la que se miente, las que le convierten en un mero instrumento para conseguir un objetivo.

P. ¿Mentiras públicas o en la esfera privada?

R. Yo creo que recorre los distitos órdenes sociales, tanto de cuestiones génericas, como cuando se construye una identidad colectiva, con un pasado para legitimarla, o en cuestiones más concretas, como el amor. Es palpable que todos mentimos. El libro no es tanto una apología de la mentira, que llevaría a un ámbito que bordearía el cinismo, que legitimaría cualquier tipo de mentira, sino partir de un hecho evidente y ver qué hay detrás.

P. En estos tiempos las mentiras han tenido un alto coste político, en la invasión de Irak o en el 11-M, por ejemplo.

R. En ningún caso entrarían en el elogio de la mentira. Si elogiamos esos comportamientos abrimos la puerta al todo vale. Hay que enfatizar que el elogio de la mentira va con la tarea de desmentirnos, de ver qué escenario se abre con cada mentira. Cuando se legitima una guerra con una serie de mentiras se está ensombreciendo la capacidad de los ciudadanos para decidir y valorar la información, se está cercenando la potencialidad de los ciudadanos para pensar. No cabe en en esos casos un elogio de la mentira.

P. ¿No le interesa escribir un elogio de la verdad?

R. Yo creo que la mentira y la verdad son difícilmente diferenciables. No funcionan como compartimentos estancos, sino que muchas veces son realidades que se superponen.

P. Si se superponen cabe un elogio de la verdad.

R. Lo que pasa es que hay una tradición de condena moral de la mentira y eso va a acompañado de algo que no se dice tanto, que es una especie de proyecto político disciplinario, de tal forma que el sujeto no debe mentir, porque si lo hace, oculta algo.

P. ¿Por qué no le interesa escribir un elogio de la verdad?

R. Es necesario combatir la condena moral que históricamente la mentira acarrea. Sí que hay una mentira en la condena moral de la mentira, negar la necesidad de la mentira.

P. Su libro tiene casi un centenar de referencias de obras literarias y cinematográficas.

R. La sociología se tiene que abrir a diferentes campos intelectuales y artísticos, más allá de las cuestiones que la propia sociología dice. Son textos que nos confrontan con nuestra realidad.

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