"Sueño con tender un puente cultural"
Ndiaya Abdoulaye (Dakar, Senegal), desde sus 35 años ya cumplidos, continúa mirando al mundo con la curiosidad de un niño. Con un largo camino ya recorrido -"Llevo dos años en España, pero antes estuve en Guinea, Malí, Bélgica y Francia"- asegura que ni siquiera intuye adónde le llevará la vida.
En la semipenumbra de un bar de Lavapiés, ante una cerveza que va bebiendo en largos y espaciados sorbos, su mirada y sus gestos transmiten viveza, intensidad. Su sueño, dice, es convertirse en promotor de creadores africanos: "Siempre he estado rodeado de arte y artistas y mi deseo es poder seguir ganándome la vida en ese mundo", dice. Hijo de un promotor artístico, Ndiaya creció en ese ámbito: "Quizá por todo aquello acabé siendo lo que soy hoy: bailarín, dramaturgo, compositor para grupos de rap, cantante... hasta escritor. En Senegal tengo escritos dos libros de poesía", explica.
Acompañando sus palabras de movimientos de manos, Ndiaya vuelve su mirada hacia atrás para recordar aquellos festivales culturales de Pikin, el barrio de Dakar en el que vivía. Integrando cultura y desarrollo local, aquellos encuentros pretendían mostrar la cultura como posible motor de cambio social.
Ndiaya encontró tiempo para colaborar con los misioneros franceses que trabajaban con los niños de su barriada. "Dibujaba con ellos, hacíamos marionetas...". Su situación no era mala, se dedicaba a lo que quería, pero soñaba con conocer otras cosas, vivir. "En mi país se dice que hay que estudiar y, si no, hay que viajar. Yo tengo el sueño de vivir", sentencia. "Por eso intento aprovechar el desarrollo de la globalización. Aquí tengo oportunidades que no tenía en mi país".
En Madrid, Ndiaya se ha apuntado a todos los cursos que puede. Reconociendo sentirse bien aquí, no esconde la idea de querer volver, algún día, a Senegal: "Sueño con tender un puente intercultural entre mi país y España, para que puedan aprovecharlo los jóvenes y los niños. Me gustaría mostrar a la gente de aquí que en África no sólo hay pobreza y catástrofes naturales. También hay alegría... Y mucha". Y es que Ndiaya es de la idea de que a muchas ONG les interesa remarcar la pobreza en la que viven los africanos. "Es su forma de captar dinero y enriquecerse", dice.
"Mi proyecto es tener una empresa cultural para promover productos culturales africanos: obras de arte, turismo cultural, programas de conciertos...", cuenta Ndiaya. Él no sólo se siente artista, sino también solidario con aquellos con los que comparte profesión en su país.
Actualmente tiene un permiso de trabajo: "Lo malo es que es el primero que consigo y está limitado. Sólo me permite trabajar en Madrid y en el sector doméstico. Ahora trabajo dando clases de apoyo en inglés y francés", se lamenta. Aprovecha el tiempo para mejorar sus conocimientos y titulaciones.
Cuando mira para adelante, a un plazo de diez años, Ndiaya ve su sueño hecho realidad: un proyecto empresarial salido de su libreta de notas en la que apunta sin cesar: "Un negocio de intercambios interculturales". Turistas culturales, ferias de artesanía, festivales de música y teatro... Quién sabe.
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