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Cuatro heridos durante unos incidentes por la aplicación de la 'ley antibotellón' en Sevilla

La policía desalojó las zonas con más ruido y arremetió contra los jóvenes que se resistían a irse

"Concentración pública". Ésta fue la razón del desalojo que la policía dio a muchos de los ciudadanos que se encontraban parados en algunas calles del centro de Sevilla la madrudaga del viernes al sábado. La policía comenzó a aplicar así la ley antibotellón. Muchos jóvenes dejaron sus bebidas y se retiraron, pero a los que se resistieron a irse de las áreas "con saturación de ruidos" se les amenazó con porras y gritos. Hacia las 3.00 los agentes arremetieron contra una veintena de personas que estaban en la puerta de un bar. La noche terminó con cuatro heridos y varias denuncias por agresiones.

La noche del viernes comenzó tranquila. Las patrullas de policía apostadas en cada una de las zonas conflictivas de la movida sevillana persuadieron a muchos jóvenes de asentarse con sus bolsas de bebidas, hielo y vasos allí donde estaba prohibido en virtud de la nueva ley. A las 22.00, el jefe de la Policía Local, Rafael Alarcón, aseguraba: "Intentaremos barrer toda Sevilla esta noche, pero será difícil". Horas más tarde, el dueño de un bar y tres de sus clientes resultaban heridos como consecuencia del enfrentamiento con 15 agentes. Fuentes municipales aseguran que el incidente se produjo por la actitud violenta del dueño del bar. Los testigos del suceso niegan este argumento y aseguran que fue la policía quien actuó de forma agresiva.

La noche transcurrió serena las primeras horas. Hacia la 1.30, la policía entró en la plaza de la Alfalfa, donde encontró a unas 200 personas, según estimó uno de los agentes. En la calle aledaña, Pérez Galdós, donde algunas personas se reunían, la mayoría sin botellones y en torno a los bares, los agentes, con los rostros cubiertos por los cascos y con las porras en la mano, desalojaron la zona.

"No entiendo por qué me tengo que ir. No estoy bebiendo. Sólo estoy charlando con mis amigos", respondió un joven a uno de los agentes. "No podéis formar concentraciones públicas", fue la respuesta que recibió. Después de insistir un rato, la policía le pidió los datos al joven que, bastante asustado, se fue. Los policías retuvieron también unos minutos a un joven extranjero que hizo fotografías con su cámara. Algunos vecinos no pudieron pasar por la zona, pues los agentes impedían el paso.

Hacia las 2.00, la zona había quedado despejada, pero poco después regresaron algunos grupos. Los policías, formando una fila, avanzaron hacia los jóvenes- unos 40- que seguían en la plaza. Éstos huyeron corriendo por la cuesta del Rosario. "Vi como a unos chicos les tiraban las bebidas con la porra", explica Jesús García, testigo que denunció haber sido agredido por la policía.

A medida que bajaban por la calle, los jóvenes se fueron refugiando allí donde pudieron. Algunos entraron en el bar Serva La Bari, regentado por Manuel Chaves. Los clientes, que según el dueño y algunos testigos -entre ellos, García-, se encontraban dentro del local, salieron a la calle para ver qué ocurría. "La policía llegó con cascos y porras y comenzó a empujarnos hacia dentro del bar. Les pregunté la causa y como respuesta recibí tres golpes en la cabeza. Les pedí a los agentes que se identificaran y me contestaron con la porra", afirma García, que acabó en el hospital Virgen del Rocío.

Como él, el dueño del local y otro cliente, Jaime Castro, fueron atendidos por los servicios sanitarios. "A mí me han dado cuatro puntos en la cabeza y a Manuel 16 entre la mano y la pierna", dice Castro, quien también recuerda cómo los agentes agredieron a otro cliente y rompieron uno de los cristales de la puerta del bar, que cayó sobre el propietario.

García, Castro, Chaves y otra decena de afectados denunciaron ayer los hechos en el juzgado. "No dieron explicaciones, ni había botellones. Después de todo, me han denunciado por dejar beber a la gente en la calle y tengo el bar precintado", explica el dueño, que ha puesto un cartel en la puerta del local que reza: "Cerrado por brutalidad policial", en el que anima a otros afectados a contactar con él para actuar conjuntamente.

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