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El Gobierno destaca el alcance "limitado" del referéndum constitucional en Gibraltar

Sólo 7.299 de los 20.000 gibraltareños convocados a "autodeterminarse" respaldan la reforma

El Gobierno español evitó ayer opinar sobre los resultados del referéndum celebrado la víspera en Gibraltar para aprobar la reforma de la Constitución de 1969, dado que se trata de "una cuestión interna" de la colonia y su metrópoli, el Reino Unido. El secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, destacó, no obstante, que el alcance de la consulta había resultado "relativamente limitado", dado que la participación había sido "relativamente baja".

Acudieron a votar finalmente por una de las dos opciones planteadas 12.117 electores, el 60,77% de los 19.936 convocados a las urnas, y sólo 7.299 de los votantes (el 60,24%) lo hicieron a favor de la nueva Constitución, mientras que 4.574 (el 37,76 %) lo hicieron en contra, según informa Cándido Romaguera.

Los resultados fueron publicados pasadas las 02.00 horas de la madrugada de ayer, en el John Mackintosh Hall, donde se instaló la Oficina del Referéndum y se desarrolló el escrutinio, en presencia de un centenar de observadores de los diferentes partidos políticos.

Pese al contraste evidente entre el modesto apoyo a una propuesta identificada con la "autodeterminación" del pueblo de Gibraltar, el ministro principal, Peter Caruana, gran promotor de la reforma y de este referéndum convocado precisamente "en ejercicio del derecho de autodeterminación", valoró el resultado como "un gran éxito". La Constitución reformada, dijo, inaugura unas nuevas relaciones entre Gibraltar y el Reino Unido "que no se puede decir que estén basadas en el colonialismo" y "benefician a un país orgulloso y dignificado, moderno, europeo y democrático, que es Gibraltar".

No afecta a la soberanía

Caruana consideró "lógico" que la participación en la consulta de ayer fuera mucho más baja que la registrada en 2002, cuando casi el 100% del censo electoral, en una consulta irregular porque carecía de marco legal y no fue autorizada por la metrópoli, se pronunció en contra del plan de compartir la soberanía que estaban negociando Madrid y Londres. "En 2002 se hablaba de soberanía, y eso en Gibraltar toca un punto muy especial", consideró ayer el ministro principal. "Los que han votado que no es porque, a última hora, han tratado de hacer una política de partido y han confundido para que el éxito del Gobierno fuera a menos, no porque no les guste", añadió.

Caruana reconoció que la reforma constitucional sometida a voto "no toca la soberanía, que sigue en el Reino Unido" y recordó que la opción de la independencia de la colonia sigue excluida "por los supuestos derechos que reclama España bajo el Tratado de Utrecht y que el Reino Unido hasta cierto grado acepta".

El laborista Joe Bossano, líder de la oposición, interpretó los resultados de manera muy distinta. "Puedo entender por qué la gente no fue a votar, y creo que el tiempo dará la razón a los que no votaron. Un acto de autodeterminación debe desencadenar una secuencia de hechos, y estoy seguro de que eso no va a ocurrir. Estoy totalmente convencido de que el Reino Unido no va a hacerlo", comentó, tras afirmar que, refrendada la nueva ley, el Reino Unido debería pedir a que Gibraltar deje de ser considerada una colonia en la ONU. El secretario de Estado británico para Europa, Geoff Hoon, se limitó ayer a dar "la bienvenida" al resultado.

El eventual coste político del referéndum para Caruana será, con todo, limitado, ya que también Bossano hizo campaña por el sí, con menos énfasis, y llamó al voto. Sin duda, ésa es una buena noticia para el Gobierno español, que confía en Caruana a fin de que se empiecen a aplicar cuanto antes los acuerdos de cooperación firmados en Córdoba en octubre.

En medios diplomáticos españoles se ha señalado la falta de crispación que ha rodeado esta reforma y el contraste con lo ocurrido en 1967, cuando, en represalia por la aprobación de la primera Constitución, el Gobierno franquista cerró la veja y aisló a Gibraltar durante 15 años. Los mismos gibraltareños parecen haber respondido ya a este nuevo ambiente con más criterio práctico que furor ideológico, se estima en los mismos medios.

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