El eslabón perdido
Los editores debaten sobre la paupérrima situación de las librerías en América Latina
¿Cómo llegan los libros que hacen los editores a los lectores? A través de las librerías, claro. Pero ese espacio es un auténtico eslabón perdido en la cadena vital del libro en América Latina. Las condiciones de acceso y de distribución editorial en esa región son tan pobres y desestructuradas que los editores han decidido este año inmiscuirse y analizar la situación en su ya V Foro Internacional de Editores en la Ferial de Guadalajara.
Razones objetivas para preocuparse, las tienen. La lista de problemas del sector librero es infinita por larga y por el calado de cada uno de los escollos. El más grave, sin duda, su simple presencia. Según un estudio del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), que cuenta con el apoyo de la Unesco, mientras que en España hay una librería cada 10.000 habitantes, en Brasil la proporción es escalofriante: una por cada 107.171 habitantes, y en Colombia, una por cada 78.000. No está mucho mejor el país anfitrión, México, que presenta una ratio de una por cada 67.137 personas; Argentina, un mito literario de la región, ofrece una para cada 48.000. La pequeña Costa Rica es la que está mejor: una tienda cada 17.000 habitantes.
No sólo hay pocas librerías, sino que, encima, están concentradas en muy pocas ciudades. Así, seis de cada 10 se ubican o bien en la capitales de los países o, a lo sumo, en las dos ciudades más importantes. Un caso flagrante es el de Brasil. De sus 1.715 librerías, el 58% están en las capitales estatales; pero de éstas, el 70% se concentra sólo en tres: São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte. El resultado es que mientras en São Paulo la situación es delicada (una librería por cada 25.533 habitantes), en el Estado de Bahía parece un chiste (363.000 habitantes por librería). Pero siempre hay uno más pobre y mísero. Colombia, la patria de Gabriel García Márquez, tiene la mitad de sus librerías (49%) en las capitales. Y el 70% de los puntos de venta están sólo en cinco. Resultado: en un departamento como Magdalena hay una librería por cada 469.000 personas. Decir México equivale a decir su capital, México DF: casi cuatro de cada 10 puntos de venta están allá. "Es evidente que buena parte de la población de América Latina no encuentra posibilidades de acceso a la amplia oferta editorial", asegura la directora del CERLALC, Isadora de Norden. "Hay que llegar como sea", afirma, llegando, si es necesario, a plantear a las autoridades "combinaciones de estímulos tributarios y financieros". A ello debería añadirse, según De Norden, una ley del libro que imponga el precio fijo. "Donde hay esa legislación, el número de librerías se mantiene estable o aumenta", ratifica el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, José Ángel Quintanilla.
A pesar de esta escasa visibilidad de las librerías, éstas continúan siendo en el subcontinente el principal canal de distribución, puesto que cuatro de cada 10 libros que se venden en la región es a través de ellas. La pregunta inmediata es hasta cuándo, puesto que, ante la situación del sector, las editoriales apuestan cada vez más y en todos los países por vender directamente al Estado, mientras que los supermercados y las grandes superficies practican lo mismo que en Europa y EE UU: hacerse fuertes con los libros de venta masiva: escolares y best sellers.
Detectada la crisis, la propia CERLALC ultima para abril del año próximo, en el marco de Bogotá Capital Mundial del Libro de la Unesco, el primer Congreso Internacional de Libreros.
Babelia
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