"La música popular está en el origen de la creatividad de grandes genios"
Miguel Ángel Estrella (San Miguel de Tucumán, Argentina, 1937) participó recientemente en Gernika en unas jornadas contra la censura. Una mesa redonda y un concierto permitieron tanto comprobar su destreza instrumental como escuchar las experiencias de un "pianista social" que da decenas de conciertos gratuitos al año para acercar la música a los más desfavorecidos. Es embajador argentino ante la Unesco, fundador de la ONG Música Esperanza e impulsor de la Orquesta Para La Paz, que reúne a músicos cristianos, musulmanes y judíos.
Pregunta. Usted también sufrió la censura.
Respuesta. Así es, como miles en el mundo. En tiempos del Plan Cóndor, yo era una de las personas que la Junta Militar tenía como blanco. Un día de 1977 me secuestraron en Uruguay, donde estaba dictando un curso de análisis musical. Me dijeron: "Eres peor que los guerrilleros. Sabemos que no eres un violento con armas en la mano, pero eres peor, porque con tu piano y tu carisma le cantas a la negrada", que en la Argentina es un término muy despectivo, "y le haces creer que tiene derecho a escuchar Beethoven, Chopin, Albéniz o Mozart. Vas a pagarlo muy caro; no te vamos a matar, pero te vamos a guardar 18 años y saldrás de aquí hecho una piltrafa".
"Nadie puede ignorar la cantidad de países donde la gente no puede hablar, o que en Argelia desaparecen cantantes porque denuncian"
P. La censura sigue todavía presente en el mundo.
R. Por supuesto. Las malas lecturas del Corán, del Islam y del cristianismo son formas de censura terribles, y nadie puede ignorar la cantidad de países donde la gente no puede hablar, o que en Argelia desaparecen cantantes porque denuncian. Pero hay una censura de la que la prensa también es cómplice. Cuando me pongo a contar lo que los artistas podemos lograr en la lucha contra la miseria, la precariedad, la discriminación, muchas veces no tiene lugar en la prensa.
P. Ha señalado la "complicidad de la sociedad civil".
R. Sí. Estamos inmersos en una forma de dar la noticia en que no hay lugar para otras voces que las que decide el establishment. Lo que no está dentro de lo comercial, de lo que organizan las empresas, no tiene lugar. Lo digo por experiencia personal.
P. ¿Tiene la sensación de que su labor social ensombrece un tanto su labor musical?
R. A los 25 años hice con mi mujer un pacto: "No vamos a ingresar nunca en un circuito comercial, porque es la forma de perder la libertad".
P. ¿Sigue pensando así?
R. Por supuesto. Soy un pianista social. Cuando fui liberado, en 1980, el comentario que se extendió fue "qué desperdicio ese muchacho, el talento que tiene, toca nada más que en los hospitales, en las cárceles". Eran sólo parte de la verdad, palabras de gente con la que nunca quise hacer negocios. Me querían vender tocando nada más que las grandes sonatas de Beethoven y siempre con las manos esposadas, como "el pianista de la libertad". Me parecía totalmente absurdo. En esa lógica vive el mundo de hoy, todo es marketing.
P. Descubrió su vocación con Chopin, pero también le interesan las músicas populares.
R. Sí. Con el Cuarteto Dos Mundos enhebro las chacareras de Argentina con las obras de Bartók, por ejemplo. O Ravel con tangos, o Bach con músicas silvestres de campesinos paraguayos, argentinos, uruguayos, el mundo de la llamada música clásica y el de la llamada música popular. Los compositores clásicos que elijo son los que tuvieron la opción por lo popular, como Bach, Ravel, Mussorgsky, Brahms, Debussy. La música popular está en el origen de la creatividad de grandes genios de la música.
P. Ofrece muchos conciertos sin cobrar.
R. Algún empresario me ha dicho: "Usted puede ser igual rico tocando para los derechos humanos, pero haga como hizo Rostropóvich en el Muro de Berlín. Nosotros anunciamos que va a tocar gratis, pero a usted le pagamos 200.000 francos". Es muy difícil que yo me pueda entender con ese mundodonde existe un doble discurso fatídico.
P. ¿Es posible la convivencia pacífica en el mundo?
R. Sí, la Orquesta Para la Paz es un ejemplo. Se adoran entre ellos, les encanta tocar juntos. He podido introducirlos en que la música es para todos, en que no es un adorno ni una carrera comercial. Podemos aspirar a cosas más necesarias, como es unir a la gente a nuestro paso por el mundo.
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