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Reportaje:

Pagar tres veces por un profesor

La Universidad de Sevilla indemniza a dos aspirantes que no ganaron la plaza de docente, pero sí un recurso en los tribunales

Carmen Morán Breña

Caso José Antonio Cuesta. Este científico pleiteó con la Universidad de Sevilla por dos plazas temporales de docente que no consiguió a pesar de tener más méritos académicos que el candidato que ganó. Se fue a Estados Unidos de investigador posdoctoral y después ha vuelto a España con una beca Ramón y Cajal, las que sacó el Gobierno para "recuperar a los cerebros", como se vendieron entonces.

Desde el extranjero mantuvo abiertos sus frentes con el departamento de Fisiología y Biología Animal. La primera de las dos plazas para profesor asociado que recurrió la ganó porque el rectorado le dio la razón. "Tras mucho insistir, el rectorado reconoció que el departamento lo había hecho mal y, como no les quedó más remedio me adjudicaron la plaza por 'imperativo legal". Pero había pasado el tiempo y la plaza ya no existía, así que le indemnizaron por "lucro cesante".

La segunda plaza a la que optaba, de forma simultánea con la primera en el curso 1999/2000, con el anterior sistema de selección de profesorado que luego reformó el PP y ahora contrarreforma el Gobierno socialista, tuvo que pelearla en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía después de que el contencioso administrativo fallara en su contra. Por último, le dieron la razón: la plaza, según el tribunal, tenía que haber sido para él, pero, como en el caso anterior, ya no existía ese puesto (son temporales) y de nuevo hubo que indemnizarle, con 6.000 euros.

Como las dos plazas eran simultáneas y de haber sacado las dos hubiera tenido que optar por una de ellas, la Universidad le quitó una de las indemnizaciones. Lo curioso de esta segunda plaza es que también la recurrió en tribunales otra aspirante que se quedó fuera y lo ganó, así que la Universidad también tuvo que indemnizarla a ella. "La universidad ha pagado por esta plaza tres veces: dos indemnizaciones y el salario de quien ejerció como docente".

José Antonio Cuesta lamenta que la Hispalense haya desechado a dos candidatos que un tribunal ha reconocido que eran mejores que el que ganó la plaza. "¿No es esto malversación de fondos?", se pregunta el científico.

Mientras, el candidato local que obtuvo la plaza conseguía puntos por docencia, méritos que luego tendrá a su favor para nuevos concursos y que los otros candidatos no pudieron tener.

Este departamento de Biología acumula más recursos de lo que cabría entender como normal. Es un "departamento enfermo", dice alguien muy cercano al proceso que siguió Cuesta y que no quiere dar su nombre. Fuente solvente, sólo afirma: "Si lo que me pregunta es si Cuesta debía haber obtenido esa plaza, le diré que sí". La misma fuente, bien informada, afirma que este departamento es uno de los cuatro que siempre dan problemas en la Universidad Hispalense.

La directora del departamento, Elvira Ocete, defiende el proceder que se sigue para adjudicar las plazas, aunque reconoce que las comisiones de selección "pueden cometer fallos humanos". "Nunca he intentado manipular a las comisiones", asegura. "Cuando alguien no saca la plaza se siente frustrado, pero no se pueden falsear los hechos, y ha habido muy mala idea por parte de quienes han recurrido", continúa. Ella misma se ha querellado por calumnias e injurias.

Cree que si su departamento, que ahora se llama de Fisiología y Zoología, acumula más recursos de los esperables ha sido porque ha sacado muchas plazas. "A más plazas, más incidencias. En este departamento ha habido un crecimiento desmesurado, porque cuando se cambiaron los planes de estudio hubo una gran necesidad de docentes, aunque ahora, para ser honestos, habría que decir que hay más profesores que necesidad docente", prosigue Ocete.

Hay más gente trabajando en el departamento, pero no quieren hablar porque temen que eso les complique aún más su futuro laboral. No lo han pasado bien. Cuentan, pero no quieren que su nombre aparezca. Miedo, acoso, es el diagnóstico.

Hace falta tener una sentencia firme en tribunales para que algunos de estos científicos y docentes se atrevan, como Cuesta, a hablar de endogamia. "Cuando los políticos hablan de corrupción urbanística me dan ganas de preguntarles qué pasa con esta otra corrupción, que es menos visible, pero que está perjudicando el futuro del país. Está claro que muchos de los que podían ser excelentes médicos, abogados, arquitectos, caen en el intento o se les condena al exilio, donde, después de demostrar su calidad, no pueden volver porque no habrá una plaza para ellos".

Algunos aspirantes cargados de méritos han optado por no presentarse a una plaza universitaria, porque la que salía a concurso "tenía bicho". Es la expresión que algunos utilizan para decir que ya había un candidato local al que sería muy difícil desbancar porque el departamento de turno tenía discrecionalidad técnica para diseñar un perfil a medida y valorar un currículo sin tener en cuenta, en ocasiones, un buen puñado de evidencias científicas y académicas. Así ocurría con la antigua legislación, como siguen demostrando los tribunales. Algo tarde.

La reforma de la nueva Ley Orgánica de Universidades se tramita ahora en el Parlamento, donde los partidos ya han presentados sus enmiendas. Una parte de la comunidad universitaria teme que la reforma, que elimina la habilitación nacional, suponga un paso atrás.

Para José Antonio Cuesta (41 años) los pleitos son ya historia. Volvió a España con su beca Ramón y Cajal y ahora es científico titular del CSIC. "Lo que yo quería, investigar".

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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