"Israel y Siria desean una guerra civil en Líbano"
Con dos dedos entablillados, producto de un arrebato tras conocer el asesinato, el martes, del ministro Pierre Gemayel, Saad Hariri (Riad, 1970) acusa implacable al régimen sirio de orquestar los asesinatos que conmocionan Líbano desde el magnicidio de su padre, Rafik, en febrero de 2005. Saad abandonó los negocios familiares y tomo el relevo en una coyuntura endiablada, entre crímenes políticos y guerras. En las elecciones de junio de 2005, su partido, el Movimiento del Futuro, se hizo con la victoria y su grupo parlamentario ganó 36 de los 128 diputados. No es primer ministro por su escasa experiencia política. Pero se aprecia que va adquiriendo firmeza y su influencia es decisiva.
"La comunidad internacional debe enfrentarse al régimen sirio y no acercarse"
Hariri, suní, encabeza el rechazo frontal a las injerencias del régimen de Bachar el Asad en Líbano y al presidente, el prosirio Emile Lahud. No se muerde la lengua al criticar el tímido acercamiento de algunos países -Reino Unido y España- a Damasco. "La comunidad internacional debe enfrentarse al régimen sirio y no dialogar con él", afirma en su lujosa mansión en el barrio beirutí de Qoreitem. Las medidas de seguridad son extremas. A las puertas del edificio, un cartel azul: "The Truth" ("La Verdad"). Una verdad sobre los magnicidios que, a su juicio, no podrá alcanzarse sin la constitución del tribunal internacional impulsado por la ONU, al que se oponen Damasco y sus aliados en Líbano, especialmente el Partido de Dios, Hezbolá, que semanas atrás abandonó el Ejecutivo.
Pregunta. Muchos aseguran que ante la previsible aprobación del tribunal internacional crece el riesgo de una guerra civil o graves disturbios sectarios. ¿Qué opina?
Respuesta. Una guerra civil no es posible. Quienes la desean no son libaneses. Hay dos partes que sacarían partido: Israel, y el régimen sirio, porque no quiere el tribunal. Por eso sus aliados en Líbano abandonaron el Gobierno de unidad. Hezbolá pretende tener un tercio más uno de los ministros [para contar con una minoría de bloqueo]. Es aceptable. Pero en un Ejecutivo de unidad las decisiones estratégicas deben ser responsabilidad de todos. Pues bien, el Gobierno no se enteró de la decisión de secuestrar soldados israelíes. Hicieron lo que quisieron, por lo que no apreciamos que el Gobierno fuera de unidad.
P. El Ejecutivo ha dejado claro que el tribunal comenzará su labor, y al mismo tiempo sus rivales políticos advierten que saldrán a las calles para derribar el Gobierno. ¿Qué va a suceder?
R. Que salgan a las calles, han dicho que lo harán pacíficamente. Esta batalla es puramente política, pero ellos están luchando con una agenda extranjera. El 99,5% de las decisiones que adoptó el Gobierno cuando estaban los ministros de Hezbolá se hicieron por consenso. Sólo hubo desacuerdo sobre el tribunal. Cuando fue aprobado [en primera lectura] abandonaron el Gobierno. Hezbolá emplea la lógica de que ésta es una cuestión de vida o muerte, de que los chiíes están siendo atacados.
P. Los disturbios sectarios comienzan a proliferar en Beirut.
R. Dejemos que el mundo vea que esos problemas los causan ellos. No es sólo la formación del tribunal lo que está en juego. La gran cuestión es la resolución 1.701 de la ONU [que exige el desarme de Hezbolá]. Hace un mes, funcionarios sirios dijeron que las tropas internacionales de la FINUL deberían recordar los atentados suicidas de 1983 y 1984. ¿Están amenazando a la FINUL?
P. Pocos minutos después del asesinato de Gemayel, usted responsabilizó a Siria. ¿Cómo puede estar tan seguro?
R. Porque Siria acusó inmediatamente a Israel. Parece que son investigadores muy rápidos. ¿Cómo pueden decirlo? Ya lo hicieron con el asesinato de mi padre. Mire, Siria tenía 35.000 soldados en Líbano y 15.000 agentes de inteligencia. Explotaron 1.800 kilos de dinamita en el centro de Beirut. Lo lógico es que el Ejército sirio se hubiera puesto en estado de alerta máxima, e iniciara la investigación. ¿Y qué hicieron? Nada. Todos los mensajes que llegan desde Damasco amenazan con que Líbano arderá antes de que se forme [el tribunal]. Cuando lo aprobó la ONU, y el Gobierno en primera instancia, llegó el asesinato de Gemayel. Es una confesión de que harán lo que sea necesario.
P. ¿Cree que hay riesgo de que en Líbano se reproduzca la guerra entre chiíes y suníes como en Irak?
R. No. Sirios e israelíes quieren que chiíes y suníes peleemos aquí. El régimen sirio quiere la desestabilización de Líbano y conservar su cabeza. Están dispuestos a vender a quien sea. Incluso venderían a Hezbolá y a Hamás.
P. ¿Qué harán las Fuerzas del 14 de Marzo [agrupación de partidos antisirios] si el presidente no respalda el tribunal?
R. La Constitución establece que el decreto volvería al Gobierno y que éste lo enviaría al Parlamento para su aprobación definitiva. Líbano ha firmado más de cien tratados internacionales. Todos fueron negociados y aprobados por el Gobierno. Ningún presidente se implicó en negociaciones. Sólo los refrendaba. Lahud exige ahora su derecho a discutir este tratado. De acuerdo, pero es el Consejo de Ministros el órgano que los aprueba. No tiene derecho a cancelarlo porque haya recibido una llamada de Siria.
P. ¿Qué piensa del acercamiento de Londres a Damasco para recabar su apoyo en Irak?
R. Que tengan buena suerte. Poco después de ese acercamiento, Gemayel fue asesinado. Cuando Moratinos visitaba Damasco, mi padre fue asesinado. Deben enfrentarse a Siria, advertirles de que si estropean las cosas en Líbano, en Irak, en Palestina, el régimen pagará el precio. Mire Libia. Hacía lo mismo que Siria. Pero tomó una decisión valiente y acabó con sus actividades de proteger a organizaciones terroristas. Siria no quiere cambiar. Pero debe jugar un papel positivo antes de que la comunidad internacional comience a hablar con su régimen. La comunidad internacional está admitiendo ser rehén de un chantaje.
P. El año pasado declaró que no utilizaría el asesinato de su padre para socavar al Gobierno sirio. ¿Es todavía válida esa declaración?
R. No quiero amenazar al régimen sirio. Pero debe entender que si comete crímenes, debe pagar el precio. Si no lo paga, tendremos la ley de la jungla. Si el régimen sirio no ha cometido los crímenes, no entiendo por qué temen el tribunal. Si Israel cometió el asesinato, ¿es que temen que Ehud Olmert vaya a prisión?
P. Algunos de sus rivales le acusan de ser un instrumento al servicio de EE UU y Francia.
R. ¿Una herramienta para qué? Hezbolá y otros aliados prosirios dicen que haremos lo que nos pida EE UU. Pero, ¿cuándo hizo el Gobierno algo que le haya pedido EE UU? El 99,5% de las decisiones del Gabinete se alcanzaron por consenso con Hezbolá. Pero del 99,5% de lo que Hezbolá ha hecho no nos hemos enterado. Su dinero, sus armas y sus decisiones tienen origen en el exterior.
P. ¿Qué puede hacer Europa para ayudar a Líbano?
R. Cada país europeo tiene su táctica para resolver los problemas con Irán y Siria. Por ello, los sirios están jugando con los países europeos. Europa debería tener una sola visión y ejecutarla. Tiene que decirle a Siria que ya basta.
Un Parlamento con dos bloques
Una docena de partidos están representados en el Poder Legislativo libanés, cuyos escaños se reparten al 50% entre cristianos y musulmanes, según mandato constitucional. Pero los grupos parlamentarios se definen hoy día por su adscripción a dos bloques: los antisirios y los afectos al régimen de Damasco. Las denominadas Fuerzas del 14 de Marzo suman 72 de los 128 escaños y su principal facción, el Movimiento del Futuro, es dirigido por Saad Hariri. Junto a él batalla Walid Yumblat, el dirigente druso acérrimo enemigo del Gobierno de Bachar el Asad. Las Fuerzas Libanesas, la formación del otrora sanguinario Samir Geagea y otros partidos cristianos y dirigentes independientes se añaden a la coalición. Su clara mayoría absoluta no es suficiente para sacar adelante las principales leyes, que requieren una mayoría de dos tercios. Unas mayorías cualificadas impuestas para preservar la necesidad de que las decisiones cruciales se adopten por consenso en un país en el que la estabilidad exige que los cristianos disfruten de una representación parlamentaria muy por encima del porcentaje de la población que representan.
En el frente prosirio, un partido lleva la voz cantante: el movimiento fundamentalista Hezbolá que, en coalición con el segundo grupo chií, Amal, y otros menores, ocupan 35 asientos en la Cámara.
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