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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La tasca de Quique Dacosta y Joselito

SULA reúne en Madrid al 'chef' de El Poblet con el famoso productor de jamones

José Carlos Capel

Pocas veces un establecimiento hostelero abre sus puertas bajo circunstancias tan dispares. José Gómez, Joselito, propietario de la marca de jamones más reputada de España, junto con el cocinero Quique Dacosta (chef del restaurante El Poblet de Denia, en Alicante), un crack de la vanguardia, en sociedad con otros dos entusiastas, Ángel López y Cayo Martínez (conservas La Catedral), han puesto en marcha en Madrid un bar-restaurante a la última con tienda de productos anexa.

Lujo y platos caseros entremezclados. Diseño y materias primas de calidad superpuestas a recetas tradicionales en un espacio moderno que Francesc Riffé, arquitecto e interiorista internacional, ha perfilado a conciencia. Su misma barra, donde se sirven ostras y champaña, podría constituir una suerte de oyster bar desenfadado, aunque, en realidad, se aleje de la idea por completo. ¿Tasca contemporánea? ¿Neobar del siglo XXI? ¿Restaurante de pálpito neoyorquino? Resulta muy difícil definirlo. En el fondo, se trata de un establecimiento que presenta distintas caras. Para Dacosta y Joselito, que ponen en juego sus nombres, parece ser una aventura empresarial con más riesgos que posibles rentabilidades.

SULA

Jorge Juan, 33. Madrid. Abierto de 8,30 a 23.00. No cierra. Teléfono 917 81 61 97. Precio medio, entre 50 y 55 euros. Cubalibre de 'foie-gras', 10 euros. Huevos fritos con patatas y jamón, 11,50 euros. Callos a la madrileña, 14 euros. Tiramisú, 7 euros.

Pan................... 6

Café.................. 7

Bodega.......... 7,5

Aseos............. 7,5

Ambiente......... 6

Servicio............ 7

Cubalibre de 'f oie-gras'

¿Qué se puede comer en Sula? Cocina de producto. Tapas y raciones sencillas junto a uno de los mejores jamones del mundo. Además, embutidos ibéricos, conservas, guisos y algunas especialidades de alta cocina consolidadas por Dacosta en su restaurante de Denia. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, su famoso cubalibre de foie-gras, o la crema de queso parmesano bajo velo de albahaca, delicadezas que los cocineros Íñigo García y Javier Jiménez interpretan a conciencia. Lo mismo que las cocas, de tomate y jamón, o de bacalao con esqueixada. Por supuesto, están bien las croquetas de jamón, el salmorejo cordobés es suculento, correctos los callos a la madrileña, rotundas las patatas revolconas y ligera la ensaladilla rusa. Platos familiares que por su vistosa presentación y parquedad en grasas entroncan con una tradición revisada. De momento, Sula fracasa -qué paradoja- con la tortilla de patatas, sin ninguna gracia. Por el contrario, suelen merecer elogios los platos de cuchara; por ejemplo, el bacalao con pisto y las carrilleras estofadas.

DISEÑO EN TODOS LOS FRENTES

EN UN SOLO local, Sula concentra varios espacios. A la entrada, una elegante bodega de jamones ibéricos, acristalada en negro, que apenas deja entrever las piezas. A la izquierda, una tienda gourmet, con conservas de pescados, verduras, aceites de oliva, vinagres y libros de cocina. A la derecha, una barra larga, de techos altos, donde desayunar desde primeras horas de la mañana o tapear: huevos fritos con jamón, bocatines, cocas, platos de embutidos, ostras, gambas rojas de Denia... Sobre el escenario que dibuja la barra, una vistosa colección de botellas de vino, con más de 400 referencias.Al fondo, el primer comedor, un salón recoleto, siempre a tope, repleto de mesitas, ideal para compartir raciones. Es muy ruidoso, los decibelios campan a sus anchas. En la planta alta, dos salitas distanciadas (sólo se encuentra abierta una), donde se degusta lo mismo con la formalidad de un restaurante.De los postres, elegante el tiramisú; seca la torrija de leche; delicado el ponche de frutos rojos, e irregular el fluido de praliné, parcialmente reseco. En ninguno de sus frentes Sula renuncia al diseño: el vestuario del personal es de Amaya Arzuaga, mientras que los cubiertos, muy estilizados, resultan diabólicamente incontrolables.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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