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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Irak: aún peor

Octubre, según la ONU, fue el mes en que más civiles inocentes han muerto en Irak desde la invasión americana hace tres años: 3.709, o una media de 120 diarios. Parecía difícil que el nivel de violencia aumentara aún más. Y sin embargo, es lo que ocurrió ayer en Bagdad con una cadena de brutales atentados coordinados: seis coches bomba (otro fue detenido antes de lograr su objetivo), ataques de mortero, todos dirigidos al barrio chií Ciudad Sáder -por el apellido de quien fuera asesinado hace ayer siete años por el régimen de Sadam Husein, y cuyo hijo, Múqtada al Sáder, encabeza una de las principales milicias-, más el intento de asalto al Ministerio de Sanidad, controlado por los chiíes, que a su vez replicaron.

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El inútil Gobierno iraquí, plagado de tensiones internas, declaró el toque de queda en la ciudad, pero éstas son medidas artificiales, pues las autoridades y las fuerzas de ocupación sólo controlan una parte mínima de la ciudad. Más de 140 muertos, centenares de heridos y más odio, siempre más odio, es no sólo el triste balance de una jornada aún más sangrienta, sino un nuevo peldaño cualitativo y cuantitativo en una escalada de violencia sectaria que los propios protagonistas se resisten a calificar de guerra civil, aunque ya lo es, en la que se mezclan insurgentes, milicias de todo tipo y terroristas transnacionales.

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Esta última escalada en Bagdad llega tras el asesinato del ministro y cristiano maronita libanés Pierre Gemayel, cuyo funeral ayer en Beirut fue una demostración de fuerza pacífica de decenas de miles de cristianos hartos de la violencia, también la que ha azotado este verano los barrios chiíes de Hezbolá en la guerra con Israel. Es, sin embargo, más que significativo que el presidente de Líbano, Emile Lahoud, una marioneta en manos de Siria, no haya asistido a ese acto.

Será difícil establecer con certeza la autoría del asesinato, pero sin duda estaba destinado a desestabilizar aún más un país castigado y a toda una región. La masacre de ayer en Bagdad se ha producido en vísperas de la anunciada cumbre en Teherán entre el presidente iraní Ahmadineyad y el iraquí Talabani, a falta de que el sirio El Asad confirme su asistencia, cuyos resultados son aún más inciertos tras lo ocurrido. En todo caso, queda de manifiesto que Estados Unidos y sus aliados son incapaces de pacificar un Irak que, mes a mes, sigue hundiéndose en el abismo.

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