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Bruselas se enfrenta a Alemania por los despidos en Volkswagen

La Comisión investiga la legalidad del cierre de la planta de Forest

Andreu Missé

Bélgica se levantó ayer en pie de guerra al confirmarse la decisión del grupo alemán Volkswagen de cerrar la eficiente y moderna planta de Forest, que acarreará el despido de 4.000 trabajadores. El modelo Golf, que hasta ahora se fabricaba en la factoría de Forest, se ensamblará en el futuro únicamente en las plantas alemanas de Wolfsburg y Mosel. La decisión ha provocado una oleada de protestas de los dirigentes políticos belgas contra la defensa de los "los intereses nacionales" alemanes.

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El primer ministro belga, Guy Verhofstadt, ha expresado su decepción al considerar que "consideraciones esencialmente nacionales han constituido el fundamento de esta decisión. Esto me choca", añadió. El primer ministro recordó los esfuerzos desarrollados durante los últimos años "para transformar esta planta en una de las más productivas de Europa". Verhofstadt manifestó "su comprensión por la amargura y la cólera de los trabajadores".

El líder socialista, Elio Di Rupo, señaló que estaba "furioso de ver que el capitalismo puede provocar tales dramas". Recordó que "los únicos interlocutores de la dirección de Volkswagen han sido los poderes públicos y los sindicatos alemanes". Y se preguntó "¿dónde está Europa ante todo esto?". En su opinión "estamos ante un problema típicamente europeo e internacional y no hay ningún tipo de Gobierno europeo. Es aberrante", concluyó en unas manifestaciones a Le Soir.

Dadas las dimensiones que está adquiriendo el conflicto, la Comisión Europea tomó ayer sus primeras decisiones al respecto. El director general de Empleo, Nikolaus van der Pas, manifestó que investigará si el constructor alemán ha cumplido todas sus obligaciones de información y consulta a los trabajadores antes de adoptar las decisiones sobre los despidos.

Las empresas de la UE tienen la obligación de informar a los trabajadores según una directiva comunitaria, conocida como Renault, que anunció despidos masivos en Bélgica en 1997. Van der Pas precisó que la Comisión analizará la posibilidad de emplear los recursos del Fondo Social Europeo para la formación y el reciclaje de los trabajadores afectados. Bélgica ha recibido 1.100 millones durante los últimos seis años procedentes de este Fondo Social Europeo.

Por su parte el comisario de Asuntos Económicos y Sociales, Vladimir Spidla, no excluyó ayer el uso del Fondo para amortiguar los choques de la globalización. El mencionado Fondo de Ajuste a la Globalización fue anunciado el pasado mes de marzo con una dotación de 500 millones de euros anuales, para "apoyar las reinserciones profesionales". Pero este instrumento todavía no está operativo.

Los trabajadores afectados han iniciado una huelga que al menos se prolongará durante una semana. Para el próximo 2 de diciembre está convocada una manifestación internacional en Bruselas.

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