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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Semántica creativa

Hay quien dice que las palabras las carga el diablo. Otros critican la creatividad lingüística de una clase política y periodística empeñada "en la búsqueda de la mayor ambigüedad posible de las palabras, una ambigüedad que permita, por fin, la cuadratura del círculo, aparentar dar la razón a la violencia y al terror, y dar -¿o aparentar?- la razón a la democracia y al Estado de derecho". (Joseba Arregi, El Correo, 13-11-06).

Los conceptos "proceso de paz", "guerra" y "terroristas", tan de actualidad en el debate político, figuraban en la viñeta que Máximo publicó el pasado lunes día 13.

En la viñeta, que se reproduce abajo, dos personajes mantenían el siguiente diálogo:

-Algunos dicen que no cabe hablar de "proceso de paz" porque no estamos en guerra. O, en todo caso, en guerra estarán los terroristas, que nos matan o nos mataban. Nosotros, no.

-Pero...

-Pero, si nosotros no estamos en guerra con nadie, ¿por qué perseguimos, juzgamos, condenamos y hacemos presos a los terroristas en cuestión?

-Usted se lo pregunta y usted se lo responde.

-Sólo trato de entender el mundo.

La viñeta ha generado airadas protestas al Defensor, reflejo, tal vez, de una atmósfera política en la que mengua la confianza y crece la confusión.

María Jesús González envió un furioso mensaje al Defensor en el que expresaba su "más enérgica protesta hacia Máximo" y su "repugnante" viñeta de EL PAÍS. Acusaba al autor de "instar a la confusión entre guerra y justicia" y añadía que "le avergüenza" comprobar hasta qué punto puede conducir "la sumisión al poder". Otro lector "lamentó" que se "les haya colado la patosa, ridícula y tramposa viñeta del pasado lunes 13 de noviembre. Las falacias tan evidentes y chapuceras, aunque tengan la forma de viñeta satírica, más que molestar por abyectas, fastidian por ser un insulto a la inteligencia de los lectores. ¿Hará falta que alguien le explique al dibujante que perseguir los delitos, aplicando las leyes del Estado de derecho, nada tiene que ver con hipotéticas guerras y que es vital para que puedan existir las sociedades libres, tolerantes, abiertas y democráticas? Y dígale al tal Máximo que hacer chistes que, de alguna manera, puedan inducir a pensar que se legitimiza a los terroristas y a sus crímenes mediante un entimema

que intenta poner bajo el común denominador de la guerra, en igual plano ético y legal, a los terroristas y a la Justicia de un Estado de derecho es más propio de Gara que de EL PAÍS".

Este diario se define estatutariamente -Libro de estilo, artículo 1.1- como defensor de la democracia plural según los principios liberales y sociales, y se compromete a guardar el orden democrático y legal establecido en la Constitución, "acoge todas las tendencias, excepto las que propugnan la violencia para el cumplimiento de sus fines". Ni una duda al respecto. Máximo ha aceptado de buen grado responder a tan airados comunicantes.

"Las críticas a los contenidos son legítimas, por virulentas que sean, y yo las acepto e incluso las agradezco, si me iluminan el sendero. Los insultos personales y los prejuicios de intenciones sólo me causan dolor. Dicho lo cual, recuerdo a mis amables impugnadores que el humor gráfico en general, y el mío, Dios mediante, en particular, no pertenece al ensayismo, sino al arte dramático. No hablo yo en esos dibujos: nunca he opinado en un dibujo. Son los personajes los que hablan y opinan. Dicho lo cual, echo una ojeada al personaje que tanto ha indignado a mis contradictores y encuentro que se ha expresado de forma demasiado escueta, precipitada y quizá ambigua. Quizá el personaje en cuestión ha creído que por 'guerra' se entendería 'lucha', en nuestro caso y, claro, en guerra no estaremos, pero, ¿estamos en paz? Creo que a lo que hacemos nosotros le llamamos 'lucha antiterrorista' y, lógicamente, la ejercemos dentro de la ley. Bien, el autor amonesta a su personaje y le aconseja que se ande con cuidado en tocante a metáforas y cambie 'guerra a dos voces' por 'combate asimétrico".

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es).

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