Urge mujer gorda, zurda, no nacionalista
Me llama la atención el titular de la entrevista que el político Albert Rivera concedió hace unos días a La Vanguardia. Decía: "Hoy en día en Cataluña no es fácil decir que uno es catalán pero que no es nacionalista".
A mí me gustaría ser nacionalista (igual que me gustaría ser fumadora). No lo soy por culpa de mi individualismo. Dicen algunos escritores que "la patria es la infancia" y mi infancia fue un asco. Me gustaría decir, sintiéndolo, que mi tierra "es lo más grande" como oigo decir a americanos o andaluces, sin ningún problema. Pero no soy así. Si mañana Girona quiere segregarse de Cataluña, a mí me parece estupendo. Del mismo modo, deseo que cualquier "realidad nacional" de España pueda conseguir la independencia de manera legal. Y sé que el político Rivera lo verá como yo, porque sólo los nacionalistas españoles querrían impedir el desmembramiento de España. Y nosotros no somos nacionalistas.
Dicho esto, creo que su titular es falso. Me parece justo al revés. Hoy en día en Cataluña lo que no es nada fácil es decir que lo contrario: que eres catalán y nacionalista. Declararse nacionalista queda muy mal. El nacionalismo -y el catalán en particular- no está bien visto. Lo moderno y lo guay es lo nuestro: no ser nacionalista. ¿Dónde es difícil decir que eres nacionalista? ¿En un bar? ¿En TV-3? ¿En este periódico? No se me ocurre una sola persona que declare en público que es nacionalista aparte de Joel Joan. Hasta Puigcercós ha dicho que no lo es. En cambio, me vienen a la cabeza docenas de personas que dicen que no son nacionalistas y, por decirlo, pillan cacho en los medios. Los que ligan en un pub no son los que se declaran nacionalistas, sino los que se declaran "ciudadanos del mundo".
Cada cinco o seis meses, a algún editor de ideas se le ocurre hacer un libro colectivo escrito por "charnegos". Y entonces, llama a los escritores y les explica lo importante que es que participen en el proyecto, porque resulta que hay que reivindicar el charneguismo. Yo, como la mayoría de los catalanes, soy descendiente de inmigrantes. Mi segundo apellido es Ballesteros: mis abuelos eran de Madrid por parte de madre y de Castellón por parte de padre. Pero, sinceramente, creo que mi charneguismo ya prescribió cuando yo era un tierno feto de tres semanas. Así que no voy a torturar a nadie haciendo libros colectivos que reivindiquen cosas enrolladas que no necesitan ninguna reivindicación. Pero ya comprendo que hacerse la víctima es muy gustoso. Reivindicar el charneguismo por mi parte a estas alturas, con lo que mola, sería como reivindicar que soy zurda (y explicar otra vez lo que sufrimos los zurdos cuando de pequeños nos ataban la mano a la silla). Por favor ¡con lo que triunfamos los zurdos entre los sensibles...! (Y si encima de ser zurdos somos mujeres, y si encima de mujeres, charnegas, ya ni les cuento.) Me imagino la rueda de prensa del grupo de charnegos reivindicantes y me salen granos. (Bueno, es cierto que no quiero torturar a nadie con reivindicaciones, pero también lo es que los proyectos colectivos no me van. A mí no me gusta compartir la gloria).
La frase del político Rivera me la tomo como lo que es: la frase de un político. Pero me parece que tiene las mismas intenciones que el argumento de esa obra de teatro llamada Gorda. En ella te explican que un hombre se enamora de una gorda pero sus amigos no le comprenden, porque la cruel sociedad no acepta a las gordas. Es fantástico, pero es falso. ¡Anda ya! Como dice la locutora Sílvia Tarragona, que es gorda y amiga mía, a las gordas no se las menosprecia jamás en público. Al revés, son el objetivo preferido de los bienintencionados y los buenistas. En cambio, a las flacas se las menosprecia con el beneplácito de todos. A Victoria Beckham, por ejemplo, los de la prensa la llaman anoréxica, escoba, saco de huesos... Jamás insultarían del mismo modo a una gorda. En público no se menosprecia ni a las mujeres, ni a los gordos, ni a los no nacionalistas. En público se menosprecia a los hombres, a los flacos y a los nacionalistas. Otra cosa es con quién te acuestes.
moliner.empar@gmail.com
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