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Reportaje:

'Ultras' sin escolta policial

Argentina veta que los radicales, a los que la policía ya no vigilará, viajen a campos rivales

Jorge Marirrodriga

Argentina se dispone a vivir el primer fin de semana de fútbol de su historia con la prohibición expresa, no vendiéndoles entradas, de que los seguidores acompañen a sus equipos a los estadios visitados. Es la medida de emergencia que ha adoptado la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ante la oleada de violencia, que ya ha desembocado en los tribunales por la sospecha fundada de que las amenazas y los disturbios continuados están influyendo en los resultados.

La prohibición de la AFA ha sido forzada por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires, que esta semana anunció que sus policías no acompañarían a los radicales de los equipos en sus desplazamientos, con el riesgo de caos y violencia desatada que esto puede generar, ya que las barras bravas no son sólo un fenómeno de la Primera división, sino también de las categorías inferiores. Felipe Solá, el gobernador bonaerense, adoptó esta decisión ante lo que juzgó como pasividad de las autoridades futbolísticas, cuyo principal responsable, Julio Grondona, se encuentra en el ojo del huracán.

"Es impensable el fútbol sin público del rival", dice el presidente del River Plate

"Este no es el peor momento de mi gestión", enfatizó Grondona ante la lluvia de críticas de aficionados, jugadores y técnicos por la decisión adoptada, considerada un mero paño caliente a un grave problema que se ha estado gestando durante años y en esta edición del Torneo Apertura se ha revelado inmanejable.

"Es un acuerdo coyuntural", destacó el presidente de Boca Juniors, cuyo equipo se ha visto beneficiado por las luchas intestinas entres grupos de barras bravas, que, como en el caso del Gimnasia de La Plata, amenazaron a su propio equipo para dejarse ganar ante los xeneizes. "Es una medida a corto plazo. Es impensable el fútbol sin público del rival", resaltó, a su vez, el del River Plate, cuyos jugadores también han sido amenazados por sus propios seguidores radicales.

Una de las críticas a la medida es que no impide, por ejemplo, que ultras con antecedentes sigan asistiendo a los partidos siempre que sea en su propio estadio y, además, que no impedirá un hecho bastante común en las gradas argentinas: las peleas internas entre hinchas del mismo equipo.

Mientras tanto, la ley del silencio se ha impuesto entre los jugadores amenazados, que niegan ante los fiscales que investigan de oficio estos casos haber sido coaccionados. El fiscal Marcelo Romero, que estudia las amenazas de los ultras contra los jugadores del Gimnasia de La Plata, ha declarado que, en sus interrogatorios, las respuestas de los jugadores son "absolutamente idénticas".

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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