_
_
_
_
Reportaje:

Edward Norton, el ilusionista

El actor presenta en Madrid el último filme de Steven Millhauser

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Edward Norton (Boston, 1969) cree que entre su personaje, el mago Eisenheim, y él hay un abismo -aunque, claro, no se nota gracias a un buen trabajo actoral-. Aunque quizá no esté del todo en lo cierto. Ayer, en el Hotel Villamagna de Madrid, los periodistas que le esperaban para empezar con la ronda de entrevistas comentaban: "Uy, ya verás, este chico va a ser muy serio, un borde, vaya". Pero Norton, aunque impuntual -tampoco demasiado para ser una estrella hollywoodiense-, les recibía con una amplia sonrisa, un bien pronunciado "¡Hola!" y les despedía con un "adiós y gracias". Los periodistas, al igual que el resto de espectadores de filmes como Las dos caras de la verdad, American History X o Dragón Rojo, habían sucumbido ante el Edward Norton de la gran pantalla y esperaban a un tipo muy profesional pero no demasiado simpático. Les engañó. En apenas unos segundos, Norton -el real- lograba lo que Eisenheim, el protagonista de El ilusionista: desmontar certezas.

"La verdad es que no me veía como Eisenheim y precisamente lo acepté por eso, porque creo que no nos parecemos e interpretarlo sería todo un desafío". El ilusionista presentaba varios retos: viajar hasta la Viena del siglo XIX -"Es la primera película de época que hago, bueno, de hecho este año he participado en dos, ésta y The painted veil-, aprender a hacer trucos de magia -"Al leer el guión me pareció que era lo más difícil, porque los números de Eisenheim tenían un efecto hipnótico que no sabía si podría conseguir"-, en definitiva, adentrarse en un terreno desconocido para él. "Aunque, de alguna manera, eso es lo que siempre busco en los papeles que hago: me inspiran los proyectos que me sacan de lo conocido y me empujan hasta la incertidumbre".

A pesar de las dudas pre y posrodaje, Norton está satisfecho con el resultado; en realidad, lo está mucho más desde que se enteró de que a su abuela le había gustado la película, y es que, según el nieto, no es nada fácil atravesar su filtro. "No le gustan las películas, ni siquiera las que yo hago, por eso me ha hecho mucha ilusión que le haya gustado ésta".

El ilusionista es una adaptación libre del relato Eisenheim, The illusionist, de Steven Millhauser, que dirige Neil Burger (ésta será, a partir de mañana, la primera película del realizador que veamos en las salas españolas): hay nuevos personajes, como el príncipe heredero Leopoldo (Rufus Sewell) y su novia Sophie von Teschen (Jessica Biel), y hay otros que estaban en el cuento original pero han cobrado un mayor protagonismo, como el inspector Uhl, interpretado por Paul Giamatti, un aficionado a la magia que acecha a Eisenheim, seducido y contrariado a partes iguales por su enigma. Norton está encantado con todos los trucos que ha tenido que aprender para la película. "Durante el rodaje siempre tenía a mi lado a Ricky Jay quien, además de ser un gran mago, es un estudioso de la magia", dice Norton, y sin apenas recobrar el aliento, continúa: "Os voy a contar una historia: cuando estaba en el primer año de universidad en Nueva York, no tenía dinero para ir al teatro así que empecé a trabajar como acomodador para poder ver las funciones, y en esa época Ricky Jay tenía un espectáculo dirigido por David Mamet y yo trabajaba en ese teatro, así que lo vi unas 20 o 30 veces y ahora trabajamos juntos, ¿no es genial?".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_