"Canto por el lado que más duele"
El músico argentino Andrés Calamaro reúne sus nuevas canciones en 'El Palacio de las Flores', producido por Litto Nebbia
Hace casi un año, Andrés Calamaro actuó en el Palacio de Deportes de Madrid. Un polideportivo abarrotado de gente que aclamaba a un músico que llevaba años desaparecido y sin actuar en directo. El público siguió aquella noche el repertorio Calamaro con el fervor reservado para las grandes estrellas del rock. Sus canciones de amor, de desamor, de soledad, de callejeo desesperado, la mayoría hechas con retazos de su propia vida, sonaban en bocas de todas las edades como himnos generacionales.
A ese repertorio se suma ahora un nuevo disco de canciones: El Palacio de las Flores, que sale a la venta el próximo 21 de noviembre. Diecisiete temas "sociales, marginales, sentimentales", producidos y arreglados por Litto Nebbia, músico histórico del rock argentino.
"Cantar en tu idioma te expone. Basta con una sola palabra para irritar, molestar"
Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) regresa a Madrid, su vieja ciudad, ahora para hablar. Lo hace con sonrisa burlona, las uñas mordidas y un discurso entrecortado, salpicado de ingenio y autoironía. El rockero va ser padre: "Sí, es hora de dejar de ser hijo, aunque no quiero decirlo así porque respeto mucho a mi madre", afirma. "Yo fui criado en el feminismo, en la tolerancia, en la cultura y en el socialismo, y eso fue antes del tan cacareado fin de las ideologías y del fichaje de David Beckham. Quiero poder brindarle a mis hijos una educación tan buena como la que me dieron mis padres y espero, eso sí, que no la desperdicien como hice yo".
En su nuevo disco Calamaro pasa del romanticismo más transparente a la mofa (en clave "disney-lisérgico") de las adicciones "clandestinas". "En El Palacio de las Flores hay canciones de apariencia ligera y contenidos profundos, metáforas de la soledad, muñecos vudú con mil alfileres clavados en un corazón en venta que nadie viene a comprar... Una letra triste con una música alegre, como una buena comedia romántica, con puro ADN Beatle". El músico se refiere a la canción que abre el disco, Corazón en venta. Ocurre lo contrario con Tengo una orquídea, la música más sentimental para una letra "con giro irónico". "Es una canción romántica que de tan sincera pierde su intención romántica. La escribí con un ritmo imaginario, en ella se ve la riqueza musical de Litto. Dice, de forma más espontánea, lo mismo que Contigo aprendí, el bolero de Armando Manzanero que también incluye el disco".
El rock de Calamaro ya no puede vivir sin el folclore latinoamericano. Para él, la gira que realizó hace un año fue la consagración de un repertorio que en los últimos años se ha paseado por el tango o por el bolero. Su disco El cantante fue una declaración de principios que ya no puede dejar atrás, afirma. "Viví el concierto de Madrid con gratitud y, sinceramente, con un poco de melancolía. Supongo que me tengo que disculpar por haber retrasado tanto ese regreso. Hasta que no ocurre algo así no sabes para qué sirven las canciones. Las ventas, la radiodifusión son caprichosas. La crítica especializada ya ha perdido su capacidad de admirar. Pero un concierto es un lugar para la anarquía y la vanguardia. Todo cobra sentido y orden". "Aquellos conciertos fueron increíbles... canciones como Paloma, que jamás sonaron en la televisión o en la radio, la gente las cantaban. Hace poco leí a Enrique Bunbury, decía que es más fácil tolerar 'I love you' que 'te quiero'. Por eso cantar Te quiero igual es ir por el lado que más duele. Pertenezco a una generación que aprendió a escuchar rock sin entender las letras. Esa generación que conocía mil canciones y no sabía lo que decían. Cantar en tu idioma te expone. Basta una sola palabra para irritar, molestar".
Babelia
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