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Los presuntos asesinos de un joven en Gràcia sabían lo que hacían

Los forenses aseguran que los 'skins' eran conscientes de sus actos

Sabían lo que hacían. Eso es lo que explicaron ayer al jurado los doctores que examinaron a los dos skins acusados de asesinar a un okupa durante las fiestas de Gràcia de 2004. Los facultativos dijeron que Aitor Dávila y Emilio Cortés estaban en plenas facultades cuando ocurrieron los hechos y que, por tanto, eran conscientes de las consecuencias que podrían acarrear sus actos.

El juicio entra hoy en su recta final con los informes de las partes. Después se elaborará el cuestionario al que ha de responder el jurado, denominado técnicamente objeto del veredicto, y posteriormente se iniciarán las deliberaciones.

La fiscalía se ratificó ayer en su petición de 19 años de cárcel por un delito de asesinato para cada uno de los dos acusados. El Ayuntamiento de Barcelona ejerce la acusación popular representado por la letrada Olga Tubau y solicita la pena máxima de 20 años. Es la misma que reclama el abogado Andreu Van Den Eynde en nombre de los padres y el hermano de la víctima.

En el proceso actúa también como actor civil un abogado que defiende los intereses de la sanidad pública. La víctima no tenía cobertura de la Seguridad Social y esta parte exige que, en caso de condena, los skins abonen también la factura sanitaria de 41.100 euros por los casi cuatro meses que estuvo hospitalizado Roger Albert desde el apuñalamiento hasta su muerte.

Más allá de estas cuestiones, la sesión de ayer se centró en analizar el estado psíquico de los acusados. En este sentido, los forenses dijeron que cuando examinaron a los skins no apreciaron ningún trastorno y que ambos gozan de una "inteligencia dentro de la media".

Estado depresivo

En el caso de Dávila, el supuesto autor del crimen, los médicos sí precisaron que se encuentra en un estado de profunda depresión y tristeza por su ingreso en la cárcel. De ahí que aconsejasen que fuese atendido en la enfermería de la prisión Modelo.

Cabizbajo y con la mirada perdida, Dávila sigue las sesiones del juicio sentado en el banquillo y vestido con traje. Nada que ver con la estética que, según la fiscalía, tenía la noche del crimen, cuando supuestamente clavó en el cuello de la víctima un cuchillo desollador de los empleados por los carniceros.

Las defensas de los acusados, que solicitan la absolución, sostienen que sus clientes fueron los agredidos por un grupo de okupas la madrugada del 15 de agosto de 2004. Los peritos, sin embargo, fueron muy claros en sus explicaciones y dijeron que las erosiones que tenían los acusados cuando se les reconoció no se debieron a otra cosa que a picaduras de mosquito y no derivadas de supuestas agresiones físicas de los okupas.

Los dos acusados explicaron la semana pasada que no recordaban haber participado en ninguna agresión. Dávila sí admitió que cogió un objeto del suelo la noche del crimen y que lo arrojo al cabo de unos segundos, pero no pudo precisar si era el cuchillo. Cortés dijo que vio cómo se desvanecía la víctima, pero no al agresor.

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