"Hay que traerse lo antes posible a los hijos o no se aguanta"
Juan Carlos, Miriam y Luis Alberto son tres de los cinco hijos que tuvieron juntos sus padres, ya que luego su progenitor alargó la lista de sus vástagos hasta más allá de los 17. Ellos tres y un cuarto residen en Gernika; sólo una hermana permanece en su Bolivia natal. Todos los emigrados coinciden en haber viajado en busca de un futuro mejor para sus hijos.
Juan Carlos Mendoza llegó al País Vasco, directamente a Gernika, en 2003, pues una de sus hermanas por parte de padre ya residía ahí. Dejó su país por razones económicas. "Trabajé 12 años en el Ayuntamiento de mi pueblo como auxiliar contable, pero allá los puestos se politizan y cuando entran los del otro partido, tú te vas a la calle y ya es muy difícil encontrar trabajo", narra.
"Aquí se le da atención y seguridad a la mujer, que en Bolivia no cuenta con ningún respaldo"
Así que dejó a su esposa y sus tres hijos y viajó a Euskadi a buscarse la vida. "Cuando uno sale de su país no sabe dónde va a ir ni dónde va a llegar", sentencia. En Gernika, encontró un entorno "muy distinto" al de su tierra natal.
Al principio parecieron no irle mal las cosas. "Llegué un viernes y el lunes ya estaba trabajando en la construcción", relata. Sin embargo, tres meses después aún no había cobrado. "No vi un duro. Me daban ganas de regresar a mi país". No lo hizo y, tras enlazar algunos trabajos a días sueltos, encontró empleo en una panadería, donde permaneció dos años. "Después de la tempestad vino la calma", rememora.
En 2004, se trajo a su familia de Bolivia. Un año fue el tope que se puso para estar sin ellos. "A lo que más se echa en falta es a los hijos. Uno tiene que hacer lo que sea para traerlos lo antes posible porque si no, la emigración no se puede aguantar", asegura. Actualmente trabaja en una empresa de repuestos de cocina con un contrato para fines de semana, sus hijos están contentos en el colegio y ya no quieren regresar a su país. En Gernika ha nacido la más pequeña, su cuarta hija, de sólo tres meses.
Miriam se trasladó a Gernika siguiendo a su hermano, con sus dos hijos, de 14 y 4 años. "Sin mis hijos no habría emigrado. Ni pensar en dejarlos", apunta. Aunque en su país trabajó durante 11 años como secretaria en una empresa, en Gernika realiza labores de limpieza y de atención a personas mayores. "Vivo en una habitación con mis dos hijos y es muy duro. Apenas tenemos espacio", se lamenta. Aunque su situación es ahora difícil, ella vive esperanzada: "Tengo mucha fe porque creo mucho en Dios y estoy convencida de que encontraré trabajo", indica.
En su mente no está el regresar a Bolivia. "Pensamos hacer nuestra vida aquí. De allí nos dicen que la situación está muy mal, que no se puede salir a la calle, que hay una inseguridad ciudadana terrible", explica Miriam. Agradece con tener en Gernika "para comer y para dar una educación a nuestros hijos", además de "no temer todo el día por sus vidas".
El último de los Mendoza que ha recalado en la localidad vizcaína es Luis Alberto, quien sólo lleva dos meses allí. Su negocio de baterías para coches, que tan bien le fue en su momento en Bolivia, empezó a bajar su rendimiento y no le quedó más remedio que emigrar. Luis Alberto ha dejado en su país a sus cuatro hijos, de dos mujeres distintas. "He estado trabajando un poco en la construcción, para ir aprendiendo", precisa. "Es muy distinto de llevar un negocio, como yo hacía allí, pero en Bolivia ya los negocios no valen nada, se hunden. Dicen que habrá una guerra civil", comenta.
El más joven de los Mendoza sí piensa que podría regresar a Bolivia si la situación allí cambiase. Sus hermanos, en cambio, se muetran tajantes: "Aquí hay una atención a los niños muy buena, son muy bien acogidos, les dan mucha seguridad. Y también a la mujer, que en Bolivia no cuenta con ningún respaldo", coinciden. "Mi hijo el de 14 años, a pesar de las incomodidades de vivir en una sola habitación, es el que me dice que nos quedamos aquí, que aquí está tranquilo", agrega Miriam. "En Bolivia, por quitarle una mochila a un chaval, le dan un navajazo y le desgracian".
Luis Alberto define en una sola frase cómo encontró a sus hermanos cuando llegó a Euskadi: "Les veo que se encuentran en casa".
Los tres hermanos Mendoza colaboran con la ONG IdeaSur, que acaba de realizar una exposición de culturas del mundo, para mostrar la diversidad de que ahora se disfruta en Gernika. "Aquí bolivianos somos pocos; los más numerosos son los ecuatorianos y rumanos", sostienen.
Los Mendoza desean ahora traerse a su madre de Bolivia. La mujer vive sola y cuenta que está atemorizada: "Dice que hay maleantes que la rondan la casa y tenemos miedo por ella", coinciden los hermanos.
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