Qué vulgar, qué genial
Marthaler y la escenógrafa Anna Viebrock han conseguido un lenguaje propio identificable. Devuelven, como en un espejo, la mirada que se esconde en el lado más vulgar de la sociedad. Sus soluciones escénicas parten de un trabajo de campo riguroso, de una observación minuciosa del mundo, de un estudio casi antropológico del código de gestos, comportamientos, gustos o costumbres domésticas de los "ciudadanos normales". Las músicas incorporadas suponen un punto de elevación espiritual a la monotonía asfixiante de la vida cotidiana, pero son músicas vividas desde la rutina propia del paso del tiempo e interpretadas por los propios actores.
En Winch only, de la ópera última de Monteverdi se mantienen algunos fragmentos, que se complementan con piezas de Bach, Schubert, Wagner, Chaikovski, Schoenberg o Massenet, con una configuración de soluciones teatrales realmente variada. Los actores son sensacionales. Los textos son en muchas ocasiones demoledores, vengan de Michaux, Kafka o Maeterlinck, o de los propios actores. Los temas fundamentales del libretista Busenello -el poder, la traición...- para la ópera monteverdiana son transportados a la atmósfera de una familia actual en Bélgica con un escepticismo que en ocasiones se transforma en sarcasmo. El retrato de grupo no invita al optimismo. El Festival de Otoño se ha clausurado sin bajar la guardia. La capacidad de sugerencia y la apertura a "otros mundos, otros ámbitos" no han decaído un solo momento.
Winch only
Espectáculo de teatro musical de Christoph Marthaler, basado en L'incoronazione di Poppea, de Monteverdi. Escenografía: Anna Viebrock y Frieda Schneider. Festival de Otoño. Teatro Valle-Inclán, 8 de noviembre.
Babelia
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