Africanos 'sin papeles' en China
El auge de las relaciones de Pekín con el continente negro impulsa la inmigración ilegal
A las 22.30, mientras las luces de neón rompen la oscuridad, camellos y prostitutas han comenzado a ocupar la avenida Huanshi, una de las principales de Cantón. No lejos de los pasos elevados -algunos de cuatro niveles- y de la sede de la televisión de esta ciudad del sur de China, discotecas y tugurios con nombres como Cave, Magic o Gipsy, empiezan a llenarse.
"¿Necesitas algo, hermano?, ¿droga?", dice en inglés Okonkwo (nombre ficticio), un africano que se refugia en las sombras, cerca de un seto. "La vida aquí no es fácil. O haces negocios con los chinos para exportar productos a África o no hay otra cosa". Pero ellos quieren quedarse. Y, sin trabajo, qué quieres que hagan, caen en esto".
El año pasado visitaron Cantón tres millones de extranjeros
Okonkwo entró en China con un pasaporte en regla, ya que Pekín concede visados a la mayoría de los ciudadanos de los países africanos, como parte de su política de incrementar las relaciones con el continente. Algunos son estudiantes. Otros, jóvenes empresarios que llegan para importar todo tipo de productos -como textiles, ropa, eléctronica de consumo o maquinaria-, y que han contribuido a que los intercambios comerciales entre China y África se hayan multiplicado por 10 en la última década. Este año se prevé que alcancen 50.000 millones de dólares.
Para responder a esta ferviente actividad, muchos africanos deciden instalarse en Cantón (12,6 millones de habitantes), capital de la provincia de Guangdong, donde miles de fábricas producen todo el abanico de productos que han comenzado a inundar los mercados de sus países. Montan empresas en busca de fortuna. Pero lograr que funcionen es duro, según aseguran. Quienes fracasan regresan a su tierra o se quedan y al expirarles el visado se convierten en sin papeles, trabajando en pequeños negocios, la hostelería o al margen de la ley en la venta de drogas y la prostitución.
Un total de 10.000 extranjeros viven irregularmente en Guangdong, según estadísticas oficiales, la mayoría de los cuales ha entrado legalmente. Proceden de Oriente Próximo, el sureste asiático y África. El año pasado, visitaron Cantón tres millones de extranjeros, y 20.000 pidieron extensiones de visado. En China, los sin papeles originarios de África u Oriente Próximo se concentran especialmente en ciudades como Cantón y Shenzhen, mientras que los procedentes de Vietnam o Laos viven en zonas rurales pobres de provincias como Henan y Shanxi.
En lo que respecta a los africanos, la situación se ha producido como consecuencia del auge que han experimentado las relaciones con China en los últimos años, después de que, en 2000, Pekín y el continente pusieran en marcha el Foro de Cooperación, cuya cumbre -con la asistencia de 41 jefes de Estado y de Gobierno africanos- fue celebrada el pasado fin de semana en Pekín.
La presencia africana en China -como la de chinos en África- va a continuar aumentando. El presidente, Hu Jintao, anunció durante la cumbre que Pekín concederá 3.000 millones de dólares en préstamos preferenciales y otros 2.000 millones en créditos a la exportación en los próximos tres años e incrementará el número de becas para estudiantes africanos de las 2.000 actuales a 4.000.
Pero la luna de miel chino-africana ha venido acompañada del aumento de sin papeles y de un fenómeno extraño en las calles del país asiático hace sólo tres o cuatro años: la venta de droga callejera por parte de extranjeros, muchos de ellos nigerianos. Algo que las autoridades parecen tolerar mientras se trate de pequeño mercadeo, pero que preocupa a la comunidad diplomática y empresarial africana, por el daño que inflige a la imagen de sus países. Los camellos suelen vender hachís.
"El Gobierno no da la bienvenida a estas personas, pero no va a restringir la concesión de visados porque está relacionada con su política exterior, especialmente con países amigos del Tercer Mundo", dice Zhang Guotu, profesor en el Instituto de Estudios de la Población en la Universidad de Xiamen, en el semanario Fenghua. El 30% de las importaciones de petróleo chinas proceden de África.
"Yo vine a hacer negocios. Pero es complicado si no tienes capital. Los chinos sólo quieren tu dinero, y que les compremos productos para dar trabajo a sus fábricas. Pero no te dan trabajo a ti", dice Jeff, un nigeriano de 26 años, que lleva cinco meses en Cantón. "Sólo intento conseguir algo de dinero para renovar mi visado", añade mientras ofrece chocolate.
La comunidad africana en la capital sureña se congrega en el centro comercial de Tian Xiu, situado en las primeras plantas de una torre revestida de azulejos rosa, ocupada por oficinas con nombres como Africa's Business Freight o Bagdad Cargo. Allí gestionan decenas de tiendas de venta al por mayor de ropa, electrónica, zapatos o bisutería.
En una de ellas, repleta de pantalones vaqueros, Kofi Agyemang, de 25 años, cuenta cómo llegó a China en 2004. "Yo era delineante de arquitectura en mi país, Ghana, pero ganaba menos de 100 dólares al mes. Así que me saqué un billete a Hong Kong en busca de oportunidades. Pero la vida allí es muy cara. Estuve sólo tres semanas, y pasé a China con un visado de turista. Al final conseguí uno de trabajo, y ahora tengo mi empresa y pago mis impuestos", cuenta orgulloso.
Pero, como otros comerciantes, Agyemang asegura que trabajar en China es difícil: "Si eres extranjero, tienes que traer tu propio capital. Vivir fuera de tu tierra es duro. Es como vivir en una prisión. Cuando estás en tu país, tus expectativas sobre China son muy altas. Luego el sueño se rompe. Pero en África poca gente vive bien. Por eso todo el mundo intenta irse fuera".
4.000 millones en préstamos
La cumbre chino-africana que el pasado fin de semana reunió en Pekín a los líderes de 48 de los 53 países de África -entre ellos, a 35 jefes de Estado y seis jefes de Gobierno- supone un paso de gigante en la profundización de los intereses económicos y políticos de Pekín en el continente. Al compromiso chino de duplicar la ayuda para 2009 y de otorgar créditos por valor de 5.000 millones de dólares (unos 4.000 millones de euros), de ellos 3.000 millones en préstamos preferenciales y otros 2.000 en créditos a la exportación, hecho público por el presidente chino, Hu Jintao, se sumó el anuncio de la firma de 14 acuerdos por parte de empresas chinas con diferentes países por un total de 1.900 millones de dólares y la rúbrica de una declaración conjunta estableciendo una nueva relación estratégica.
Entre los acuerdos sellados están la construcción de una planta de producción de aluminio en Egipto cifrada en 938 millones de dólares, la renovación de una autopista en Nigeria por 300 millones, y una red de telefonía rural en Ghana.
En paralelo, la compañía China Civil Engineering Construction dijo que el pasado 30 de octubre firmó un contrato por 8.300 millones de dólares con Nigeria, el primer país productor de petróleo de África, para tender una línea ferroviaria de 1.300 kilómetros. Se trata de la mayor obra de ingeniería en cuanto a inversión realizada por China en el extranjero hasta la fecha.
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