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La policía rusa toma Moscú para mantener a raya a los manifestantes de ultraderecha

El Kremlin desplegó 25.000 agentes en todo el país contra los grupos ultranacionalistas

Pilar Bonet

Las autoridades rusas realizaron ayer un impresionante despliegue policial en Moscú para mantener a raya a los nacionalistas radicales que salieron a la calle con motivo del Día de Unidad Nacional, la polémica fiesta que ha sustituido las celebraciones de la Revolución Bolchevique de 1917 por las del comienzo de la liberación de Moscú de los invasores polacos en 1612. Pese a los numerosos controles, los extremistas lograron realizar una marcha prohibida en la que gritaron consignas como "Los rusos primero", "Muerte a los ocupantes" y "Poder ruso en Rusia".

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La presencia de las fuerzas de seguridad era apabullante. Las Fuerzas de Intervención especial (OMON), con cascos, porras y corazas y abundante material antidisturbios, estaban por todas partes. Antes de desafiar la prohibición, los extremistas habían participado en un mitin permitido, del que se responsabilizaba el Partido Voluntad Popular y que reunió a unas 2.000 personas, muchas de ellas jóvenes, en lugar de las 500 autorizadas. No eran muchas, si se compara con los centenares de miles que se manifestaban durante la perestroika, a fines de los ochenta, o con las decenas de miles que lo hacían en la primera mitad de los noventa. La cifra, sin embargo, era respetable, considerando la inercia a manifestarse hoy por iniciativa propia en Rusia. Era también preocupante, si se compara con las cerca de mil personas, maduras en su mayoría, que movilizaron ayer los partidos liberales y los defensores de derechos humanos, que se reunieron en Moscú, coreando consignas como "el fascismo no pasará".

Las autoridades habían querido evitar que se repitieran sucesos como el año pasado, cuando cerca de 3.000 personas marcharon por Moscú coreando consignas fascistas y haciendo el saludo nazi. Por esta razón fueron prohibidas las llamadas marchas rusas, convocadas en la capital y en otras ciudades por un comité en el que se integraban el movimiento contra la emigración ilegal y la unión eslava.

Varios diputados de la Duma Estatal (cámara baja), involucrados en la organización, esperaban ayer a los potenciales manifestantes ilegales en la estación de Komsomólskaya para canalizarlos por transporte subterráneo hacia Park Kulturi, otra estación de metro, cerca de la cual iba a tener lugar el mitin permitido. En la superficie, desde el metro a la plaza de Lev Tolstói, emplazamiento del mitin, les esperaba un contingente de policía.

Los oradores, en su mayoría diputados de la Duma, se dedicaron a ensalzar al pueblo ruso como columna vertebral del Estado. "La civilización rusa existirá, digan lo que digan los atlantistas", dijo Serguéi Baburin, el líder de Voluntad Popular. "Rusia está en el umbral de una revolución liberadora", dijo Víctor Alksnis, según el cual el nacionalismo ruso "será creativo". Nikolái Kuriánovich, a su vez, abogó por la supresión del artículo del código penal que castiga a quienes instigan el odio basado en motivos étnicos. Entre los manifestantes había una pancarta que presentaba como héroes rusos a personas convictas como responsables de atentados basados en el odio racial.

Concluido el mitin, Alexandr Belov, el líder del movimiento en contra de la emigración ilegal, se subió a la cabina del camión que había servido de tribuna, y con ayuda de un megáfono, increpó a la policía: "¿Son ustedes rusos o unas prostitutas?", tras lo cual gritó. "Fuera Aslabek Dudáiev" (el nombre checheno originario del vicejefe de la administración del Kremlin, Stanislav Surkov). Belov pasó a anunciar la creación de un nuevo movimiento con el nombre de La Marcha Rusa y prometió sacar a un millón de personas a la calle en 2007. Belov se puso a la cabeza de la manifestación ilegal que desfiló hasta el metro a lo largo de un corredor flanqueado por los agentes del OMON. Hubo algunos enfrentamientos y detenciones, que según el diputado Dmitri Rogozin llegaban a tres centenares y a 37, según la policía. Según el Ministerio del Interior hubo "varias decenas de extremistas y gamberros" detenidos, contando tanto Moscú como San Petersburgo y salieron a la calle 150.000 personas en 130 ciudades del país. En el mantenimiento del orden participaron 25.000 agentes. En el Kremlin, el presidente Vladímir Putin, festejó el evento como la primera fiesta rusa que tras la revolución de 1917 conmemora un acontecimiento histórico anterior. Eso, fuegos artificiales e imágenes de paz y concordia fueron prácticamente todo lo que vieron los espectadores rusos por las cadenas de televisión controladas por el Estado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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