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El fascismo ruso pone a prueba su fuerza en una fiesta nacional

Grupos neonazis convocan varias marchas en el Día de la Unidad

Pilar Bonet

El fascismo ruso pone a prueba su capacidad de movilización hoy en la fiesta ideada por el Kremlin para sustituir las celebraciones de la revolución bolchevique de 1917, que se conmemoraban el 7 de noviembre. El Día de Unidad Nacional ha polarizado la sociedad desde su convocatoria el año pasado, cuando cerca de tres mil radicales desfilaron en Moscú entonando consignas como "Heil, Hitler" y "Rusia para los rusos".

Desde entonces, el nacionalismo ha ganado terreno y se ha fortalecido con xenófobas campañas contra la emigración. Los dirigentes políticos, que han jugado con estos ánimos, temen ahora que la situación pueda descontrolarse y, alarmados, han prohibido las llamadas marchas rusas, que debían celebrarse en Moscú y en otras ciudades del país. No obstante, sus organizadores tienen intención de salir a la calle y sumarse a otras convocatorias autorizadas. En Moscú se han dado cita en Komsomólskaya, una céntrica estación de metro, para dirigirse desde ahí a otra marcha legal.

Al declarar festivo el 4 de noviembre, los ideólogos del Kremlin esperaban combinar la memoria de un acontecimiento histórico como el comienzo de la liberación de Moscú de los invasores polacos en 1612 con un gesto hacia la Iglesia ortodoxa, que dedica ese día al icono de la Virgen de Kazán. El resultado, sin embargo, ha sido una jornada precedida por la inquietud en la que pocos saben lo que están celebrando.

En el comité organizador de las marchas rusas está el Movimiento contra la Emigración Ilegal y la Unión Eslava, una organización simpatizante del nacional-socialismo conocida también por SS debido a sus siglas en ruso (Slavianskii Soyuz). Las marchas están respaldadas también por un comité público del que forman parte diputados de la Duma estatal de Rusia (Cámara baja del Parlamento) tales como Nikolái Kuriánovich, Serguéi Baburin, Dmitri Rogozin y Víktor Alksnis. Este último anunció ayer que los legisladores acudirían al metro para conducir a los manifestantes al mitin autorizado. Alksnis acusó al Ayuntamiento de Moscú de violar la ley al prohibir la marcha y afirmó que "funcionarios corruptos" preparan acciones violentas contra la población.

Moscú ha movilizado a 6.500 policías para la jornada, en la que han sido autorizados 8 de los 18 mítines solicitados. Los partidos liberales se manifestarán por su cuenta contra los neonazis. La organización defensora de derechos humanos Memorial ha culpado a la Fiscalía del Estado de no haber investigado las eventuales transgresiones de la ley cometidas por la marcha de hace un año, con lo cual la prohibición de la marcha rusa carece de una base legal sólida.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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