"Por mucho que se globalice todo, la gente nunca va a ser igual"
Javier Reverte (Madrid, 1944) ha viajado como periodista con los Reyes de España y los presidentes de Gobierno, ha sido enviado especial en conflictos armados, se ha embarcado en cruceros de lujo y ha pateado África con una mochila al hombro para contarlo después en sus libros. Ahora narra las experiencias más insólitas de tanto mundo recorrido en su nuevo libro, La aventura de viajar. Historias de viajes extraordinarios (Plaza &Janes).
Pregunta. ¿La aventura del viaje es proporcional a los kilómetros recorridos o al exotismo del destino?
Respuesta. No, para mí la aventura no significa eso, ni tampoco correr riesgos. La aventura es asomarte a lo que no conoces, es la sorpresa. Es una palabra que me gusta, y en ese sentido soy aventurero. He querido contar el lado extraordinario, fuera de lo común de las cosas.
"La aventura no significa recorrer muchos kilómetros o un destino exótico. Es asomarte a lo que no conoces, es la sorpresa"
"El viaje en solitario es un acto supremo de libertad. Y si vas a escribir es necesario, para estar abierto a nuevas voces, a muchas cosas"
P. ¿La globalización le ha quitado interés al viaje?
R. Para mí no. Me espanta la explotación globalizada, pero me gusta en la medida que muchas formas de progreso están llegando a muchos lugares. Me encanta ver a un masai con móvil y a un pigmeo con nevera.
P. ¿Cómo pueden los viajeros contrarrestar la uniformidad creciente del mundo?
R. Dejándose llevar por la gente. Todo el mundo está, en todas partes, encantada de enseñarte sus cosas, sus costumbres.La gente, por mucho que se globalice todo, nunca va a ser igual, ni va a pensar igual. Ese derecho a la diferencia es lo mejor de los seres humanos. En eso me gusta el nacionalismo, en valorar un folclor, unos hábitos, no en negar al otro.
P. ¿No ha acabado la información con parte de la aventura?
R. No. Hoy todo el mundo sabe dónde está Kenia y sus parques naturales, pero con que te apartes medio metro de las rutas turísticas, ya estás en otra Kenia. En 2000, mi último viaje a África, estuve en zonas de Etiopía donde los niños no habían visto a un blanco.
P. ¿Siente añoranza de los tiempos de periodista, de aquellos viajes como enviado especial?
R. Eramos más jóvenes y más divertidos. Los treintaytantos son años en los que puedes mantener una locura juvenil y ya estás algo maduro. Yo, además, coincidí con una época privilegiada del periodismo, el fin de una dictadura y la llegada de la democracia. Los periodistas eramos muy libres. No eramos muchos, se viajaba frecuentemente, viviamos muy intensamente, estabamos mucho tiempo en la calle. Por eso me acuerdo de aquellos tiempos con mucho cariño e hice muy buenos amigos. Pero añoranza del periodismo no tengo, porque estoy muy bien como estoy, dedicándome a escribir. El periodismo de entonces me enseñó mucho de la condición humana y de mí mismo. El periodismo de hoy, es una pena, ha perdido mucho de ese momento estupendo. Por culpa de las empresas, claro.
P. ¿Y qué ha ganado?
R. No sé qué ha ganado; los lectores se están perdiendo. A mí los periódicos me parecen más aburridos. Antes contaban historias; ahora parece que sólo se centran en la política y en el comentario.
P. ¿El viaje es también una actitud interior? En La aventura de viajar dice que antes de partir desbes estar dispuesto a dejar de ser quien eres.
R. Sí, es fundamental. Es una idea que tomé de [el escritor británico William] Somerset Maugham, que dice que en un viaje el escritor al primero que tiene que decir adiós es a sí mismo. Yo creo que debes dejar de hacer las cosas que haces normalmente, o de pensar como habitualmente reflexionas, para hacer algo nuevo, algo distinto, abrirte y pensar que hay actitudes en tu vida en las que quizá no tengas razón.Es la manera de llegar a los otros y curiosear en su vida, y también de aprender cosas nuevas y tener algo que contar.
P. ¿En un todo incluido en un destino de vacaciones hay algo de aventura?
R. No, pero hay gente a la que le gusta el calor. Yo no voy, pero no soy quien para decir qué tienen que hacer los demás. He entrado un par de veces en ese tipo de resorts y al ver aquello he pensado que es como un zoológico de gente.
P. En el libro elogia el viaje en solitario.
R. Es un acto supremo de libertad. No tengo que dar cuentas a nadie y decido yo solo. Y si vas a escribir es necesario, para estar abierto a nuevas voces, a muchas cosas. Al final, no estás solo porque te vas encontrando con mucha gente.
P. Los nombres de los malos compañeros de viajes profesionales no aparecen en el libro. De los buenos cuenta historias de una camaradería memorable.
R. Sí, lo hemos pasado muy bien. Incluso las mayores tragedias tienen su lado cómico, lo ridículo. Dentro de situaciones terribles necesitas reírte para descargar la tensión.
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