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1.700 alumnos de Torrelodones soportan en clase voladuras junto a sus aulas

Los padres de estudiantes de un colegio y un instituto denuncian la obra a la Guardia Civil

Esther Sánchez

La paz de la que gozaban los 1.700 alumnos del instituto Diego Velázquez y del colegio Los Ángeles, ambos públicos, llegó a su fin a principios de este curso escolar. Estudiantes y profesores soportan desde que entran en las aulas hasta que las abandonan el ruido incesante de martillos neumáticos e incluso voladuras que hacen temblar los edificios y los pupitres. La culpa es de las obras de construcción del colegio concertado Peñalar en una parcela adyacente a los dos centros públicos. Las asociaciones de padres han denunciado los hechos ante la Guardia Civil.

"La primera vez que oí una voladura, pensé que había pasado algo muy grave en el instituto. Salí al pasillo porque creía que se había caído un techo o algo así", relata su director, Mario López. Ahora, profesores y estudiantes, saben que el estruendo y las vibraciones que sacuden el edificio de vez en cuando proceden de las obras del colegio Peñalar. "Pero el conocimiento no significa que te acostumbres: te sigues asustando". La parcela en la que se asienta el colegio en construcción oculta grandes piedras de granito, por lo que es necesario utilizar explosivos.

La dirección de los centros escolares se dirigió a la Guardia Civil para comentar su preocupación. "Nos dijeron que todo estaba controlado", recuerda el director. Pero las explosiones siguieron. "Ha habido unas 10 o 12 voladuras. La última, el martes alrededor de las 12.30 cuando estaba el alcalde hablando con nosotros sobre todo esto", afirma.

Los colegios expusieron sus quejas ante el Ayuntamiento y Educación. Pero nadie ha puesto fin todavía a las obras durante el horario escolar. Por este motivo, las asociaciones de padres del instituto y del colegio decidieron interponer una denuncia ante la Guardia Civil. En el documento, presentado el 23 de octubre, se expone el riesgo "elevadísimo" que corren los niños.

Rotura de cristales

Cuando se va a producir una voladura, los agentes se lo comunican a los profesores para que los pequeños no estén en el patio. A pesar de los cuidados, los padres aseguran que el jueves 19 de octubre la onda expansiva ocasionó la rotura de los cristales de una ventana. "Es indignante que se realice en horario escolar, pudiéndose hacer a las cinco de la tarde, cuando no hay niños estudiando", protestan los padres.

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A las voladuras se añade el ruido incesante de los martillos neumáticos. "Es imposible que los chavales se concentren. Se oyen con las ventanas cerradas", afirma López. Los chicos han presentado a la dirección un escrito en contra de las condiciones en las que estudian.

Los padres también denuncian el riesgo para la salud que suponen las obras. "En especial para los más pequeños". La edificación del centro escolar está levantando "enormes nubes de polvo con partículas en suspensión". Cuando la situación se torna insoportable, los profesores deciden no sacar a los niños al patio en su hora de recreo.

Los afectados apuntan como solución que las obras que provocan más ruido y molestias se lleven a cabo al finalizar el horario escolar. El pleno del Ayuntamiento apoyó esta propuesta en el último pleno. Los concejales aprobaron por unanimidad una moción presentada por el grupo independiente.

La parcela donde se construye el colegio Peñalar está situada entre el instituto Diego Velázquez y el colegio Los Ángeles y es propiedad municipal. El Ayuntamiento convocó un concurso para edificar un centro privado concertado, que se adjudicó al Peñalar por 75 años a cambio de un canon anual de 465.000 euros. "No entendemos la razón por la que el Ayuntamiento cedió esta parcela. Ya se sabía que el suelo era de granito y, por lo tanto, que la construcción iba a ser muy costosa", comenta el director del instituto. Los docentes también se oponen a la ubicación del nuevo colegio debido a que se iba a producir una aglomeración de centros escolares en una superficie pequeña. "Además, han modificado completamente el paisaje. Se ha destruido una zona granítica de monte bajo de gran valor", recuerdan.

El director del colegio Peñalar, Jaime Úbeda, comenta que "es inevitable" que unas obras produzcan ruido, sobre todo porque la parcela está encima de una "lengua granítica". "La semana pasada se aprobó la ampliación del instituto y seguro que también habrá molestias", pronostica. Anuncia que, ante las quejas, han decidido instalar unas pantallas antirruido.

En cuanto a las voladuras, Úbeda indica que se llevarán a cabo cuando los chicos no estén en los recreos. El colegio Peñalar prevé que las voladuras finalicen en el mes de noviembre.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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