Ganar elecciones, perder campañas
Convergència i Unió ganó ayer, una vez más, las elecciones catalanas, pero su líder, Artur Mas, perdió una campaña electoral: todo su esfuerzo sólo sirvió para recuperar dos de los diez escaños que se le escaparon en 2003, una victoria poco espectacular que, además, no le permite romper la mayoría absoluta del actual tripartito. Su única posibilidad de gobernar sería arrastrar a ERC a un frente nacionalista, una coalición muy difícil de manejar y de alcanzar, que horroriza a una parte de su electorado. O, quizás, convencer al PSC para formar un Gobierno de gran coalición, una posibilidad que hubiera sido más solvente si hubiera conseguido superar la barrera de los 50 escaños. En cualquier caso estas elecciones dejan a Mas en una posición bastante menos fuerte de lo que había calculado. El dirigente nacionalista ocultó como pudo anoche su decepción e insistió en que lo que necesita Cataluña es "un Gobierno fuerte", alusión quizás a una futura propuesta a los socialistas.
Los únicos que estaban ayer realmente contentos con los resultados electorales eran ICV, que ha experimentado una subida de 9 a 12 escaños, y ERC, que ha perdido mucho menos de lo que le auguraban todas las encuestas. El propio Carod Rovira se apresuró a reconocerlo: "Este es el valor del sistema democrático... nunca se sabe". El líder de Esquerra le dio seis veces las gracias a su electorado por haber resistido todas las encuestas adversas y por no pasarle la gran factura que muchos esperaban. Pasar de 23 a 21 escaños ha sido realmente una estupenda sorpresa para ERC porque, además, le permite conservar la doble llave y hacerse querer por el PSC-ICV si quieren renovar el tripartito.
Una sorpresa que para otros, especialmente el PSC, resulta mucho menos agradable. Cierto que si José Montilla logra reeditar el tripartito será gracias a que los republicanos no han perdido mucho y a que ICV ha ganado algo, mucho más que a sus propios méritos y resultados (cinco escaños menos, de 42 a 37). Pero el hecho es que si preside finalmente una nueva versión del tripartito lo hará desde una posición complicada y debilitada: el PSC tiene 11 escaños menos que CiU y ha obtenido, en contra de lo que sucedía con Maragall, menos votos que su contrincante.
Montilla se limitó ayer a hablar de un "Gobierno de progreso", una expresión que se contrapone al "Gobierno de izquierda" del que siempre habla Iniciativa per Catalunya. En cualquier caso, Montilla es consciente de que su partido no quiere ni oír hablar de pactos con CiU y que son muchos los que lucharán a brazo partido, desde dentro del PSC, para conseguir un nuevo tripartito.
Otra persona realmente contenta ayer era Albert Rivera, el candidato del nuevo partido Ciutadans-Partit de la Ciutadania, que ha conseguido tres escaños. Rivera logró superar los 80.000 votos necesarios para entrar en el Parlament. Ayer fue el único político catalán que se dirigió a sus seguidores en castellano.
Será curioso comprobar en los próximos días de dónde han salido realmente los votos de Ciutadans. Algunos opinan que es responsable de que el Partido Popular haya perdido un escaño (de 15 a 14), pero es posible que sus apoyos hayan llegado de sectores más mezclados. En cualquier caso, el candidato popular, Josep Piqué, no se sintió aludido. Para Piqué perder un escaño no ha sido un mal resultado, después de la dura campaña del PP contra el Estatuto de Autonomía. Haber resistido razonablemente bien le permitirá posiblemente recuperar algo de peso político en Madrid.
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