¿Martes o sábado?
la, Mas, Saura, Carod y Piqué, los cinco candidatos, posaron ayer para la tradicional foto de antes de las elecciones
Ayer era laborable para todos, salvo para ellos. Para ellos era sábado, vigilia electoral. Y se dedicaban a lo que se dedican los sábados de reflexión: a hacerse la foto de familia tradicional en los medios, a agasajar a los respectivos equipos de campaña y a distraerse hasta esta noche, cuando los cuentarrevoluciones volverán a pisar el rojo. En realidad, sólo para uno de ellos ayer era laborable como para el resto de los mortales: para Joan Saura. Se retrasó un buen cuarto de hora a la cita con este periódico para la instantánea, pero tenía justificación: la reunión del Consell Executiu, como todos los martes, en la que sin duda se despacharon asuntos importantes. De manera que para él sí era martes, y no sábado.
El lugar del encuentro era tan raro como un martes haciendo las funciones de sábado: un descampado en algún punto entre Cornellà, Sant Joan Despí y Sant Boi, junto a una planta de tratamiento de la compañía Agbar, rodeado de autopistas transitadas por conductores con cara de martes -en absoluto de sábado- y con un tramo de la línea de alta velocidad al fondo en febril proceso de construcción, muy propio de un martes cualquiera.
Los candidatos que pensaban que ayer era sábado y no martes habían ido llegando a partir de las 11.15 horas. Mas y Montilla, los primeros, enfundados en sendos trajes oscuros, camisas lisas y corbatas a rayas. Al poco desembarcaba Carod: americana marrón, pantalones negros y camisa blanca sin corbata. Tampoco Piqué iba de traje -pantalones claros, americana oscura-, pero sí llevaba corbata. En vista del plan, Carod se sacó entonces del bolsillo una corbata y procedió a anudársela, refunfuñando que su mujer ya le había advertido de que los demás se pondrían de boda, y pareció tan entrañable como cuando se afeita para todos nosotros. Por fin asomaba Saura, y aquí conviene detenerse, porque vestía traje, aunque no parecía un traje, y no llevaba corbata, aunque parecía que sí de bien que le caía ese polo rojo abrochado hasta arriba sólo apto para políticos ecosocialistas que sabían que ayer era martes y no sábado. En tiempos de Roland Barthes se habría sacado mucho partido a todo este repertorio indumentario, pero hoy, como que se le da menos importancia, y tal.
En fin, que ya procedían los señores candidatos a colocarse ante el fondo blanco, a la luz de un foco de cine alimentado por un generador. De izquierda a derecha, en el sentido de las abscisas que no del color político: Saura, Carod, Mas,Montillay Piqué. La escena, que duró apenas tres minutos, era tan extraña como una película de Antonioni. Esos señores ponían cara de sábado, pero de haber sido sábado jamás se habrían reunido en un lugar así. En realidad, ni en sábado ni en cualquier otro día, porque nadie se reúne jamás en un lugar semejante.
Dicho de otro modo, la política se ha vuelto muy rara en este país en los últimos tiempos. Nos invita a que reflexionemos en martes como si fuera sábado. Y no, decididamente no es lo mismo, por mucho que hoy sea festivo.
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